Ataque a Pearl Harbor: error histórico de Japón

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Hemos ganado la guerra, dijo Winston Churchill al conocer la acción japonesa del 7 de junio de 1941.

Apolinar Martínez

 «¡Tora! ¡Tora! ¡Tora!», gritó  el comandante japonés Mitsuo Fuchida al comunicador de radio, a bordo de su ruidoso bombardero. Los ojo abiertos le brillan de emoción: acaba de comunicar a la flota que la primera oleada de 180 aviones llegó a Pearl Harbor sin ser detectada, y que pronto atacarán la principal base naval de Estados Unidos en el Pacífico.

Había comenzado el ataque a la base estadounidense, en su propia base de Pearl Harbor , en las  Islas Hawái, el 7 de junio de 1941

El plan de ataque a Pearl Harbor fue obra del almirante jefe de la Flota Combinada, Isoroku Yamamoto.

El ataque comenzó a las 7:48 a. m., hora local, y fue llevado a cabo por 353 aeronaves japonesas que incluían cazas de combate, bombarderos y torpederos que despegaron de seis portaaviones. Resultaron dañados los ocho acorazados estadounidenses atracados en el puerto, y cuatro de ellos se hundieron. De estos ocho, dos fueron reflotados y cuatro reparados, por lo que seis pudieron volver a entrar en servicio más tarde, durante la guerra. El ataque japonés también hundió o dañó tres cruceros, tres destructores, un buque escuela y un minador. Los estadounidenses perdieron 188 aeronaves, murieron 2403 estadounidenses y otros 1178 resultaron heridos de diversa consideración.Sin embargo, los japoneses no atacaron la central eléctrica, el astillero, las instalaciones de mantenimiento, los depósitos de combustible y torpedos, los muelles de submarinos y el edificio del cuartel general y de la sección de inteligencia. Los nipones perdieron 29 aeronaves y cinco minisubmarinos, además de sufrir 65 bajas militares entre muertos y heridos. Uno de los tripulantes de los minisubmarinos, Kazuo Sakamaki, fue capturado.

Los japoneses ganaron este round, pero perdieron la guerra y el Imperio

Winston Churchill, en su inmensa obra “La Segunda Guerra Mundial”, en su capítulo “La Guerra llega a América”, describe con júbilo sarcástico esta acción japonesa contra los norteamericanos.

La opinión púbica de los Estados Unidos estaba dividida en cuanto a si debían o no participar en la contienda tras la invasión de Polonia por la Alemania de Hitler. Bastaba un algo de provocación para que ello sucediera y el Japón, según Churchill acaba de proporcionarlo.

Al enterarse del ataque llamó al presidente Franklin Delano Roosevert, y cuando éste le dijo: Es exacto, nos han atacado en Pearl Harbor, ahora todos estamos en el mismo barco”, el primer ministro británico señaló que parecía que se hubieran quitado un peso de encima.

Se dijo que por sus venas corría sangre americana, y se acordó de una observación de Edvvard Grey: “Estados Unidos son como una caldera y una vez encendido el fuego de ella, puede conocer una fuerza motriz que no conoce límites”. Saturado de emociones y sensaciones fui a acostarme y dormi con el sueño de los que se han salvado de un gran peligro y sienten su corazón inundado de gratitud.

Cuanta visión de futuro. Japón no solamente había con el alocado ataque a Pearl Harbor, desafiado al monstruo dormido de los Estados Unidos, sino que había acelerado el fin de la Segunda Guerra Mundial, sino abierto el camino para la desaparición del Imperio del Sol Naciente.

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