La selección de Inglaterra estaba eliminada, con el reloj caminando hacia el quinto de los exagerados seis minutos que había concedido el del silbato cuando Walker la puso en el área con un saque de banda largo para que Guéhi la prolongara y Jude sacara una chilena espectacular por estética y, evidentemente, sentido de la oportunidad.
Había nadado para morir en la orilla una Eslovaquia encomiable que en todo caso se había metido ya demasiado atrás y que, absolutamente noqueada, encajó el segundo en cuanto empezó la prórroga.
Mucho antes de todo eso, el pelotazo inmediatamente posterior al saque inicial golpeó en la cabeza precisamente del ariete inglés para irse a las manos de Dubravka. Iba a ser, el de Gelsenkirchen, un partido en el que pasaran cosas.
Fue hasta el complemento cuando Inglaterra reaccionó y comenzó a agobiar el arco de Eslovaquia al grado de que en el arranque de la segunda mitad empató por conducto de Phil Foden, pero el gol se anuló por fuera de lugar.
El técnico Gareth Southgate mandó a todo el arsenal ofensivo y Harry Kane en un cabezazo se perdió la igualada, y posteriormente Declan Rice estrelló un disparo en el poste, ya con menos de 10 minutos en el tiempo regular.
El milagro llegó en la compensación, al minuto 95’, cuando Jude Bellingham se lanzó de chilena para rematar y conseguir el 1-1 para mandar el partido a tiempo extra y evitar un nuevo fracaso de Inglaterra.
El panorama cambió radicalmente para los ingleses en la extensión del partido, pues en el minuto 1 del primer tiempo extra por fin concretó Kane un cabezazo prácticamente en el área chica y selló la voltereta 2-1 ante unos eslovacos que se derrumbaron.