Nueva York se ha convertido en la gran pasarela de Marc Jacobs.
En la presentación de su colección otoño-invierno 2021-2022 ha recurrido a dos emblemas de Manhattan: la Biblioteca Pública de Nueva York y la tienda Bergdorf Goodman.
Ha supuesto el regreso de los desfiles presenciales a la ciudad, y lo ha hecho por todo lo alto.
Las modelos han desfilado entre los suntuosos mármoles de la Biblioteca Pública de Nueva York, pero el desfile se ha proyectado de manera simultánea en la fachada de Bergdorf Goodman.
Jacobs, que solía cerrar el calendario de la Semana de la Moda de Nueva York, no ha querido esperar a septiembre para presentar su nuevo trabajo.
Una colección muy esperada, pues el modista se ha saltado las dos últimas temporadas, empujado por los efectos de la pandemia.
El título de esta colección es ‘Happiness’: una apuesta por la felicidad en tiempos difíciles.
Todo es grande, sobredimensionado, agrandado.
Jacobs huye del minimalimo y abraza lo ‘maxi’.
Incluso en el logo, ampliado al máximo para convertirse en un estampado.
Vemos túnicas en colores vivos que ocultan completamente el cuerpo, grandes prendas de abrigo ‘hindachas’ para inventar formas caprichosas y volúmenes generosos.
La piel desaparece oculta bajo ‘kilos’ de tejido potenciando ese dramatismo estético que tanto le gusta al modista: gorros de lana, viseras, cuellos acolchados y turbantes han potenciado ese efecto inviernal que chocaba tanto con lo que marcaba el termómetro en esos momentos.
Pero todos han aplaudido con ganas, este desfile es soplo de aire fresco, para la industria de la moda y para la ciudad.
Una ciudad que intenta mantener su estatus de capital de la moda, cuestionado ahora, y cuyo formato se haya en pleno proceso de reinvención.