El Valor del sacrificio

Columnistas

Ramon Velasquez Gil

Ciertamente esta comprobado que todo lo que se hace con sacrificio sale mejor y casi siempre exhibe un sello de calidad.  Es tal vez por que se siente y se le toma el pulso a lo que se está haciendo.

Mi hija Daniela, una vez graduada en la universidad y ya comenzando en su profesión, requería de un carro para su traslado al trabajo. Cuando tuve para comprarle su carro y conociéndola, le planteé un proyecto que estaba en mi mente. 

Daniela, ¿quieres el carro o prefieres que te mande al exterior a estudiar ingles? Le pregunté. 

No lo dudo ni un segundo.

Mándame a estudiar Inglés, papa, me respondió.

Bueno, entonces hicimos todos los trámites ante una empresa transnacional de idiomas que tenía oficinas en caracas..y ella, después de recibir asesoramiento por parte de esta empresa, escogió la ciudad de Vancouver, Canadá.

Hice todos los trámites ante Cadivi, de solicitud de Dólares Preferenciales para estudios en el exterior.

Aprobados estos, llegó el gran día.

Yo, en el plan había contratado un taxi que la recogiera al llegar a Vancouver a las diez de la noche, que era la hora de llegada. El primer susto fue que el viaje se retrasó dos horas en el cambio de avión en Houston. El vuelo llego a Vancouver a las doce de la noche, bajo una intensa nevada. A Dios gracias, Canada era otro nivel.  Allí estaba entre el gentío, un chinito taxista con una pancarta que decía “Welcome Daniela”.

El hombre que la empresa había contratado para recibirla, esperó pacientemente las dos horas de retraso. El taxista no hablaba «ni papa» de español pero de alguna manera pudieron entenderse.  

Cuando salieron al estacionamiento del aeropuerto para abordar el taxi, Daniela recibió el primer beso de bienvenida a Canadá cuando sintió en la cara, el primer choque de frío, con un clima de diez grados bajo cero.

Hasta aquí, no había mucho sacrificio realmente, sino lo normal de un estudiante en el exterior. Todo empezó cuando ya instalada Daniela en su residencia estudiantil y teniendo ya tres meses de estudios aproximadamente. Hubo la devaluación del dólar en Venezuela, de 4,30 a 6,20, creo. Pues no recuerdo muy bien.  Esto significó que de pronto se suspendieron las compras de remesas de dólares pre aprobadas, que mensualmente yo pagaba en Ital Cambio.

Esta suspensión duró dos meses; dos meses en que no pude obtener los dólares preferenciales para enviar a Daniela.  No sé cuántas veces fui a Italcambio; iba casi todos los días; la respuesta que me daban era que se estaba cambiando todo el sistema bancario y ajustando al nuevo valor del dólar. Mientras, ya Daniela tenía problemas en la residencia, a punto de desalojarla y comiendo solo alimentos ¡Mayuran!, esos que valen medio dólar el vasito, se le agrega agua y se mete al microondas.

Ese era su alimento diario desde que comenzó la situación; me enviaba vídeos ademas, de los carteles de aviso de desalojo que colocaba a la puerta de su habitación.

Desesperada, me enviaba solicitud de ayuda y yo no encontraba qué hacer.  A todas estas, ya Daniela había hecho muchos amigos en la escuela; de todas las nacionalidades: árabes, chinos, alemanes, franceses, coreanos, etc.

Bueno, como dice el dicho: A nadie le falta Dios.  Todos sus amigos de la escuela se pusieron de acuerdo y recogieron dinero entre ellos para prestarle a Daniela.   Le prestaron lo suficiente para que Dani pudiera pagar el atraso en la residencia y comprar algo de comida.   Ellos fueron su Ángel Salvador en aquel entonces.

Yo mientras tanto pude conseguir cierta cantidad de dólares prestados, con mi amigo y hermano Yoldin, quien me dijo: tome compa, resuelva y me devuelve cuando pueda, solo la misma cantidad.

En seguida envié ese dinero a Daniela y pudo pagarle a sus amigos de la escuela, quienes se negaban a recibirlo.

A todo evento, en Venezuela se resolvió lo del sistema bancario y pude continuar comprando las remesas para enviarle a Dani, quien logró salir adelante en sus estudios de ingles durante un año.

Todavía estudiando en Vancouver, un día hablando con ella por teléfono me dijo: ¡Papa, tengo un novio!.

Humm ¿y de qué nacionalidad es, Daniela? le pregunté, imaginando la cantidad de muchachos de todas las nacionalidades que estudiaban con ella.

Papa, es gocho.

¿Qué? fue lo que atiné a contestar.

Si, papa, es de Valera, eEstado Trujillo.

Bueno, hoy día ese muchacho, ingeniero y tremenda persona, es su esposo y CEO de una empresa en Toronto, ciudad en la que actualmente viven. Donde Daniela hizo un posgrado y donde obtuvieron el estatus de residentes y esperan la ciudadanía.

Dios los bendiga.

Saludos.

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