La ley y el orden..sea usted el Juez.

Columnistas

Ramon Velasquez Gil

El Sr. Peter iba transitando pausadamente en su vehículo; en ruta a su casa después, feliz y relajado después de haber hecho algunas diligencias. Al llegar a una esquina poco concurrida, noto a una despampanante mujer parada en la acera, cartera al hombro, que le hacia señas y poses un poco raras o sexis.

Era una mujer bonita, trajeada con una falda corta por lo que se podían ver unas bien torneadas piernas, terminadas en unas sandalias de tacón alto;  todo lo cual la hacía ver una escultural mujer.

Estaba en proceso el oficio más antiguo del mundo.

El Sr. Peter  no pudo apartar la vista de aquella hermosa mujer,  lo que ella aprovechó para hacerle señas con la mano,..que parase.

Mr. Peter, un hombre serio y de su casa, se orilló y paró el vehículo. En seguida, tenía a la mujer por la ventanilla de la puerta derecha, quien después de un sensual saludo, le hizo algunas proposiciones «impropias» cambio de X cantidad de dinero.

Él, más bien nervioso ante aquella inesperada proposición, no encontraba respuestas. 

“Señorita, me detuve porque pensé que necesitaba que la llevaran a alguna parte”, atinó a decir.

La mujer insistía en ofrecerle sus favores a cambio de dinero, utilizando un lenguaje muy femenino y sensual, dibujando una bella sonrisa en su rostro. “La carne es débil”, como dicen por allí.

Al pobre hombre (error) se le ocurrió preguntar: And how much? cuánto cobraba. En seguida, la hermosa mujer dejó de ser tan hermosa, sacó una placa de la policía y le dijo: Soy oficial de la policía, está usted arrestado por solicitar servicios de prostitución. Todo ha sido grabado,  dijo.  Sacando unas esposas y leyéndole sus derechos.  En ese mismo momento, se detuvo detrás del carro del Sr Peter una patrulla policial que estaba cerca a la expectativa y grabando la escena

Bueno, pasaron cinco días para que el Sr. Peter  pudiera llegar a su casa,  después de ser presentado ante el Juez  y ser liberado bajo una fianza de mil dólares, amen de los problemas conyugales que le sobrevinieron.

Jimmy, un muchacho de bajos recursos, caminaba por la acera, cabizbajo y pensativo. Venía de buscar trabajo sin haber podido encontrar nada. Sin un dólar en el bolsillo con que tomarse un café. Hubo un momento en que levantó un poco la vista y pudo ver, al otro lado de la acera, un carro bastante nuevo y bonito, con la puerta del conductor abierta y las llaves pegadas.

No había casi nadie por los alrededores a esa hora. Lo pensó un momento,  pero recordó que no tenía ni un centavo en el bolsillo. 

Cruzó la calle, vio a los lados y no vio a nadie. Rápidamente se subió al asiento del conductor y pasó la llave para encender el vehículo. En ese momento, escuchó una voz y pudo ver de reojo, varias siluetas vestidas de azul navy.

Era la policía que lo conminaba a levantar las manos. Estaba bajo arresto por intento de robo de un vehículo. La policía estaba varios carros más atrás, escondidos dentro de un vehículo civil, esperando que alguien subiera al vehículo que con toda intención habían dejado con las puertas abiertas y las llaves puestas.

Para ellos era un caso «exitoso» que habían logrado. Y para Jimmy, siete años de cárcel.

Ahora bien, se supone que la tarea fundamental de la policía es «prevenir» el delito, no «inducir» al delito.

En muchos países, incluyendo al mío en condiciones normales, serían los policías que irían presos, por aplicar y practicar apología del delito.

Sea usted el Juez..

Saludos

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