No todo lo que brilla es oro

Columnistas

Ramon Velasquez Gil.

Ciertamente a veces lo que se ve no es lo que parece.

De vez en cuando aparezco yo de protagonista de la historia por cuanto así sucedió, tal cual.

En la época en que Carlos Andrés Pérez fue presidente por segunda vez y fue obligado a renunciar, este fue sustituido por el abogado e historiador Ramon J. Velasquez.

Comenzando su ejercicio temporal y ad hoc, el Dr. Ramon J. Velasquez era visto como la persona que corregiría el rumbo de la Venezuela de entonces y gozaba de mucho aprecio.

Yo en ese entonces estaba en pleno ejercicio de mi carrera de abogado y tenía muchos casos en tribunales. Un día llegó a un tribunal en el cual uno tenia que registrarse ante el secretario del mismo, para revisar un expediente.

Cuando le di mi carnet de impreabogado ha dicho secretario y este vio mi nombre, en seguida levanto la vista y me pregunto: ¿es usted familia del presidente?

La pregunta me sorprendió y me agarró fuera de base, pues nunca me preocupó el tener un homónimo presidente.

Yo en principio tartamudeé un poco y pensé para contestar.  Entonces el secretario, en virtud de mi falta de respuesta, dio por sentado que Si era yo familia del presidente y en seguida se levantó de su escritorio.

¡Pase por aquí, Doctor¡ me dijo muy solicito y me guío rápidamente al despacho del juez, donde me presentó a este y quien me obsequió un café mientras el secretario mismo me buscaba el expediente, pasando por encima de unos 20 abogados que hacían cola en el archivo para pedir su expediente.

El juez también dio por hecho que yo era familia del presidente y no me pregunto nada al respecto por lo que yo tampoco le toque el tema.

Llegó el secretario con el expediente; seguidamente consigne entonces una diligencia que traía ya lista, la cual fue firmada, sellada y refrendada rápidamente.

Hecho esto, me despedí del Juez y del secretario, quien me dijo que estaría pendiente de mi expediente y me mantendría informado sobre el mismo, sin necesidad de que yo fuese al tribunal.

Imagínense, servicio V.I.P.

Mientras, los abogados que estaban en la cola y que habían llegado una hora antes que yo, me miraban con cara de arrechedera pero no se atrevieron a decir nada.

Tal parece que el secretario al salir a buscar mi expediente, le susurro a alguien quien «supuestamente» era yo y en seguida se regó el chisme por el tribunal de que yo era «sobrino» del presidente.

Bueno, se entiende que quizá el Juez soñaba con escalar a Juez Superior y el secretario a Juez del tribunal, por lo que me vieron como oro en polvo.

Demás esta decir que la demanda que tenía en ese tribunal, me fue declarada «con lugar» en tiempo récord y sin derecho a apelación por la contraparte que resultó vencida.

Y yo nunca dije que fuese familia del presidente, solo dejé fluir sus pensamientos.

Fue una anécdota. 

Saludos

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