Médicos, ingenieros o docentes de América Latina trabajan en EE.UU. en profesiones menos cualificadas, lo que supone una pérdida de recursos para el país.
Desde que llegó a Estados Unidos, Vanessa Rosales ha cuidado ancianos, cocinado arepas, limpiado naves industriales y ahora es técnica de hospital.
Ha trabajado de casi todo menos de médico, la profesión a la que dedicó 8 años de su vida en Venezuela, donde completó la licenciatura y el máster.
“Estoy motivada para volver a ser anestesióloga y espero conseguirlo en menos de 6 años”, le cuenta a BBC Mundo esta mujer de 43 años que en 2017 dejó su ciudad natal de Mérida, en el oeste venezolano, para mudarse a Uneva York.
Vanessa es una de los 2,1 millones de inmigrantes subempleados -es decir, que realizan trabajos por debajo de sus capacitaciones- que hay en Estados Unidos.
Más de un tercio de ellos, 446.000, son latinoamericanos, según datos del Instituto de Política Migratoria (MPI por sus siglas en inglés) con sede en Washington D.C.
Son médicos que trabajan de auxiliares, ingenieros de albañiles, abogados de asistentes administrativos o docentes de cuidadores de niños.
“Es un enorme desperdicio de capital humano para el país”, afirma Jeanne Batalova, especialista en subempleo del MPI.
Pero ¿cuál es el costo real para Estados Unidos?¿Qué barreras enfrentan los inmigrantes latinoamericanos altamente cualificados?¿Qué profesiones son más difíciles de retomar y cuáles menos?
El costo
Estados Unidos alcanzó la cifra récord de 46,2 millones de inmigrantes en 2022, el 13,9% de la población total, según el informe más reciente de la Oficina del Censo.
De ellos, unos 14,1 millones, el 35% de los adultos inmigrantes mayores de 25 años, contaban con un título de licenciatura o superior, una proporción similar a la de los adultos nacidos en Estados Unidos, que es del 36%.
El 20% estaban desempleados o vivían de empleos que requerían como máximo un diploma de secundaria, un porcentaje muy superior al de la población nativa, que es del 15,8%.
La situación es especialmente adversa para los latinoamericanos, que son de largo el colectivo con mayor proporción de trabajadores subempleados con educación universitaria en Estados Unidos: un 32%.
Aunque continuaron representando casi la mitad (47,6%) de la fuerza laboral inmigrante, los trabajadores hispanos nacidos en el extranjero ganaban solo el 83,6% del sueldo promedio de los nativos, según un reciente estudio del Departamento de Trabajo.
En total, los extranjeros subempleados en Estados Unidos pierden cerca de US$40.000 millones anuales en salarios no percibidos, según una estimación del MPI.
Este fenómeno, conocido como brain waste o “desperdicio de cerebros”, tiene un importante impacto económico no solo para los afectados sino también para los gobiernos federal y local, que dejan de recaudar cada año más de US$10.000 millones en impuestos, según datos del MPI.