¿Es peligroso tener una arritmia cardiaca?

Salud

De forma muy amplia, se puede decir que una arritmia cardiaca es una alteración del ritmo cardiaco normal.

Ahora bien, en esa definición cabe una importante variedad de posibilidades, las cuales se diferencian no solo por cómo se manifiestan, sino también, y eso es lo más importante, por el riesgo que suponen para la salud.

Para ahondar en el asunto, sería lógico comenzar por qué se entiende por «normal» cuando nos referimos al ritmo cardiaco.

Lo saludable es tener entre 60 y 100 pulsaciones por minuto. Ahora bien, a partir de ahí comienzan los matices en cuanto a la tipología de las arritmias y las consecuencias para la salud de cada una de ellas. 

Clases de arritmias cardiacas

Sentir una alteración de los latidos del corazón es algo que suele ser motivo de preocupación. Sin embargo, este temor no siempre está justificado.

Y es que, según el doctor, muchas de estas alteraciones no tienen ninguna trascendencia.

Ahora bien, eso no significa que no debamos consultar al doctor. De hecho, todo lo contrario. Es fundamental consultar a un experto para confirmar si tenemos una arritmia peligrosa o no.

Más allá de la (más que conveniente) visita el médico, donde se determinará qué tipo de arritmia padecemos, el doctor Anguita muestra una sencilla clasificación de estas alteraciones cardiacas: 

  • Las arritmias lentas o bradiarritmias.
  • Las arritmias rápidas o taquiarritmias.

Dentro de las primeras, «cuando ya producen síntomas (pérdida de conocimiento o un síncope) o incluso si no los producen pero las pulsaciones están en menos de 40 latidos, hay que poner un marcapasos.

Lo cual soluciona el problema», señala el doctor, quien hace hincapié en que «las arritmias lentas suelen tener solución una vez se coloca el marcapasos».

Eso sí, para ello es fundamental que la persona acuda al médico. Cuando alguien tiene 50 pulsaciones por minuto o menos es conveniente que consulte a un cardiólogo.

Él podrá valorar si no hay nada de lo que preocuparse o si, por el contrario, requiere un tratamiento. También, si sufrimos mareos o desmayos, se debería consultar.

La causa no tienen que ser necesariamente una bradicardia, pero la única forma de averiguarlo pasa por la consulta médica. 

Las rápidas, las más comunes

Cuando las alteraciones del ritmo cardiaco son más rápidas de lo normal (más de 100 pulsaciones por minuto) o se producen de forma irregular, como, por ejemplo, cuando se tiene la sensación de que el corazón se para y vuelve a arrancar, es importante consultar al médico.

En estos casos, también puede que no sea nada, pero hay que confirmarlo. En definitiva, cuando la persona nota palpitaciones irregulares debe confirmar lo antes posible con el cardiólogo qué tipo de arritmia sufre.

Dentro de las arritmias rápidas, el doctor destaca una de las más frecuentes, las extrasístoles. Este tipo de trastorno suele asustar mucho a la mayoría de la gente. La sensación es de que el corazón le da un vuelco, como si se parara por un instante».

Se trata de un impulso que surge de un punto aislado del ventrículo (foco ectópico) y que se anticipa respecto al ritmo habitual, seguido normalmente de una pausa hasta el siguiente latido normal (pausa compensadora).

Esto es uno de los motivos de consulta más frecuentes que tenemos los cardiólogos, aunque la mayoría de las veces no son peligrosas.

Eso sí, para saberlo es imprescindible someterse a un estudio completo para así determinar si se tiene o no una enfermedad cardiaca. Si no se tiene, no hay de qué preocuparse, ya que se trataría simplemente de algo molesto. 

¿Cuáles son las arritmias peligrosas?

En primer lugar, hay que diferenciar entre las que se producen en las aurículas y las que tienen lugar en los ventrículos. Estas últimas son las que pueden tener consecuencias más graves, como una parada cardiaca o la muerte súbita. 

Existen dos situaciones en las que ocurre esto con más frecuencia: Por un lado, personas de más de 45 o 50 años con problemas coronarios que sufren un infarto de miocardio o insuficiencia cardiaca. En estos casos, la persona muere debido a la falta de riego que produce una arritmia.

Y por otro lado, puede ocurrir en personas jóvenes y deportistas con una miocardiopatía, que casi siempre es genética, o por una alteración de los canales estructurales del corazón.

Por otro lado, el experto hace referencia a las arritmias supraventriculares o auriculares. Dentro de este grupo, el doctor distingue dos tipos: unas benignas, denominadas taquicardias supraventriculares paroxísticas; y otras, conocidas como fribrilación ventricular, que son las más frecuentes.

De hecho, según Anguita, «afectan al 4% o 5% de la población de más de 40 o 50 años, porcentaje que sube hasta el 20% en las personas de más de 75 u 80 años.

Es una arritmia que se caracteriza sobre todo por la irregularidad de los latidos, lo cual puede hacer que se formen coágulos dentro del corazón, y si un trozo de ese coágulo se suelta y llega al cerebro, puede producir una embolia o un ictus. De hecho, es la causa más frecuente de ictus en personas mayores». 

Para evitar llegar a este punto, tenemos los fármacos anticoagulantes. A una persona por encima de los 65 años con fibrilación ventricular, hay que darle anticoagulantes para evitar el riesgo de ictus.