Se estima que una de cada tres mujeres, a partir de los 50 años, y uno de cada cuatro hombres, a partir de los 40, han experimentado pérdidas de orina.
Estas cifras revelan que la incontinencia urinaria, con una prevalencia global del 15%, supera en número a afectados de otras patologías más conocidas como la diabetes, la artrosis o la osteoporosis.
De hecho, en todo el mundo, 400 millones de personas sufren pérdidas de orina: 50 millones son ciudadanos europeos y casi 6,5 millones, españoles, según indica la Asociación Española de Urología (AEU).
La incontinencia urinaria puede ser de esfuerzo (IUE), aquella que se produce al reír, toser o hacer algún esfuerzo y que afecta preferentemente a las mujeres; de urgencia, cuando la persona tiene la necesidad de orinar y le cuesta aguantarse; mixta; y funcional, asociada a trastornos como el Alzhéimer o el Parkinson.
Sea de uno u otro tipo, tiene un impacto negativo en la persona que la sufre afectando a su ámbito social, físico, sexual, psicológico, laboral y doméstico. Además, se trata de una afección infradiagnosticada, que autolimita de forma importante la vida de las personas que la presentan.
Para paliar los efectos que esta afección produce en la vida diaria de las mujeres que la padecen, el pasado mes de junio, la ginecóloga Begoña Pellicer Iborra (Valencia, 1968), colaboradora de la Dra. Cristina Pages García, quien ha desarrollado la técnica shore up para combatir esta dolencia, presentó los resultados del seguimiento de pacientes tratadas con ese procedimiento en el Congreso Internacional de Medicina Regenerativa y en el Internacional de Urología (IUGA) de La Haya. Los resultados son concluyentes: el total de las pacientes tratadas con esta técnica mostraban una clara mejoría a los 12 meses y en más de la mitad a los 6 meses.
Es un procedimiento que se lleva a cabo en la consulta con anestesia local, lo que permite que la paciente se incorpore rápidamente a su actividad.