El grooming es una forma de acoso en la que un adulto se pone en contacto con un menor con el fin de que participe en alguna actividad sexual. El aislamento o las reacciones desproporcionadas son algunas de las señales de que el niño o adolescente es víctima de este delito.
El grooming a través de internet, una forma de acoso en la que un adulto se pone en contacto con un niño o adolescente para tratar de involucrarle en una actividad sexual, es un tipo de delito mucho más frecuente de lo que en ocasiones se piensa.
Que los padres y madres sepan cómo prevenirlo y cómo detectar que sus hijos puedan estar siendo víctimas de grooming es clave para frenar su incidencia.
Para ello, es importante conocer cuáles pueden ser los signos de que un menor puede estar sufriendo esta situación.
Esta práctica tiene diferentes niveles de interacción y en consecuencia de peligro, que van desde hablar de sexo y tratar de conseguir material íntimo del menor, hasta intentar llegar a mantener un encuentro sexual con él.
Una cuestión clave de partida es que «prevenir es mucho mejor que tener que intervenir. La base es construir un canal de confianza y comunicación con los hijos.
Que el niño esté en su cuarto no quiere decir que esté seguro porque en el momento en que esté
utilizando un dispositivo con conexión a internet puede recibir una comunicación de riesgo, de ahí la importancia de establecer los mecanismos de supervisión parental adecuados.
Para crear ese canal de comunicación efectivo, es importante asegurar que el miedo a un posible castigo o sanción no les prive de recibir ayuda ante una situación que puedan estar viviendo, aunque sí pueda conllevar algún tipo de corrección educativa, indica la experta.
Por otra parte, es fundamental saber mostrar empatía con sus emociones y esto pasa por no decir no llores, o no te preocupes o no tiene importancia porque para ellos puede que sí la tenga; por eso hay que entender lo que ellos sienten y que puede no coincidir con lo que los adultos pensamos que tienen que sentir.
La cuestión es que los padres pueden tener un déficit en competencias emocionales y educativas porque nadie se las ha enseñado y esto puede dificultar la creación de ese canal de comunicación.
Además, en ocasiones los padres piensan que conocen bien a sus hijos y no es así. En este sentido, la psicóloga sanitaria pone sobre la mesa casos como el ocurrido hace unos meses en Almendralejo cuando se descubrió que varios menores habían participado en la creación de imágenes de falsos desnudos de otros niños utilizando Inteligencia Artificial y procediendo a su difusión a través de la Red y la situación pilló totalmente por sorpresa a buena parte de los padres de los implicados, tanto de los autores como de la víctimas, que desconocían en lo que estaban involucrados sus hijos.
Ningún menor de 16 años debería tener acceso total a internet sin supervisión y debería esperarse, al menos, hasta los 12 años para poner a disposición de los niños un smartphone sobre todo, si los adultos no van a ser capaces de supervisar qué hace el menor con ese dispositivo.
Y añade que «no hay forma de que un menor detecte que detrás de una comunicación que él supone que se está produciendo con otro niño o un adolescente se encuentra en realidad un adulto que se está haciendo pasar por quién no es para ganarse la confianza del pequeño».
Cómo ayudar al niño
Con el objetivo de lograr la confianza de los niños y que no queden privados de la oportunidad de
recibir ayuda cuando la necesiten es clave pasar tiempo de calidad con ellos, generar empatía cognitiva y emocional y aprender a validar sus emociones.
Para ello, es necesario preguntarles qué les ocurre, cómo se sienten, si se han sentido de una manera determinada en otras ocasiones, qué necesitan.
Tienen que saber qué pueden contar con los adultos, que pueden encontrarse ante situaciones que no sepan manejar o cómo actuar porque son pequeños y que deben compartirlas con sus padres para que les ayuden sobre cómo proceder.
Y es también fundamental que los padres conozcan determinados signos que pueden ser indicio de que el menor puede estar sufriendo una situación de grooming.
Para ello es muy importante estar atentos al comportamiento del menor. Las diez señales clave de alerta pueden ser: Cambios en el estado de ánimo.