Con la Navidad a la vuelta de la esquina, muchos se lanzan a hacer acopio de las mejores ofertas en el supermercado. Cuando estos alimentos son frescos, la única posibilidad para asegurar su consumo es la congelación. Este es un método seguro de conservación que ayuda a extender su vida útil y, a la vez, a reducir el desperdicio alimentario.
La clave reside en mantener la temperatura constante. Si los alimentos permanecen a -18º.C o menos, se inactivan los microorganismo que los alteran y pueden provocar enfermedades».
Eso sí, mucho ojo, porque no los eliminan, sino que detienen su crecimiento. Por eso, al descongelarse y recuperar la temperatura ambiente, los patógenos se reactivan y multiplican, aumentando el riesgo de provocar una intoxicación alimentaria.
Con todo, la entidad recuerda que siempre y cuando el usuario siga los pasos correctos, la congelación es un método seguro que, además, no supone la pérdida de nutrientes.
¿Qué alimentos se pueden congelar?
Casi cualquier tipo de alimento o producto alimenticio puede pasar una temporada dentro del congelador: las carnes, los pescados, los fiambres, las verduras, las legumbres, los embutidos, las frutas, el pan y hasta los huevos batidos. Como es lógico, aquí depende del gusto del consumidor.
¿Qué alimentos no se pueden congelar?
Por el contrario, otras opciones nunca se deben congelar porque, si bien siguen siendo seguras, pierden las cualidades relativas al sabor o a la textura.
La Aesan incluye, en este apartado, a los vegetales que se comerán en crudo, como la lechuga o el tomate; a las patatas; a los huevos con cáscara; a los alimentos o productos que tienen un alto contenido en grasa; a la mayonesa y, por último, a las preparaciones fritas.
¿Qué recipientes se deben utilizar?
Tan importante es saber qué introducir, como hacerlo de la manera correcta. Si bien existen muchas opciones para guardar los alimentos, lo imprescindible es que el recipiente o envase siempre sea apto para vivir en el congelador durante unos meses y para entrar en contacto con los alimentos.
Por ello, la Aesan recomienda que sean herméticos, que se utilice el propio envase de alimentos en aquellos que sean preelaborados, o por el contrario, que se emplee una bolsa destinada a este uso con un cierre hermético.
De esta forma, «se evitará la aparición de cristales de hielo, coloraciones o quemaduras que pueden afectar al valor nutricional», alerta el organismo.
Aunque a simple vista no se le preste demasiada atención, el congelador presta al usuario información para sacar provecho a su funcionamiento. La potencia de este electrodoméstico se mide en estrellas, así, cuanto más estrellas tenga, más fría será la temperatura que pueda alcanzar.
- 1 estrella indica que llega a -6º.C y, por lo tanto, solo se deben almacenar alimentos ya congelados hasta una semana.
- Las 2 estrellas equivalen a una temperatura de -12º.C y solo permite conservar el alimento congelado hasta un mes.
- Las 3 estrellas significan que el electrodoméstico alcanza los -18º.C y un tiempo máximo de conservación de tres meses.
- Las 4 estrellas aseguran que puede bajar de los -18°. C y permite congelar alimentos frescos y mantenerlos a largo plazo.
La forma correcta de congelar
El tiempo es clave, pues los alimentos se deben congelar tan pronto como sea posible y, en ningún caso, deben sobrepasar la fecha de caducidad o consumo preferente.
Aunque tiene su truco. Al detenerse el crecimiento bacteriano, se alarga la vida útil y una vez congelados sí pueden exceder esta fecha límite. Además, la Aesan recomienda hacerlo en congelador de cuatro estrellas, debido a los grados que puede alcanzar.
Si los alimentos están a punto de estropearse, el organismo aconseja cocinarlos y congelarlos para evitar su desperdicio. De hecho, señala que si sobra comida, lo mejor es que se congele el mismo día de su preparación.
Eso sí, en ningún caso, la preparación culinaria debe ir directa y caliente al congelador, ya que podría afectar negativamente a sus compañeros. Por el contrario, se deben dejar enfriar en la nevera para después moverlos al congelador.
Y, mucho ojo, porque todo alimento que se haya descongelado no puede volver a congelarse, «salvo que se cocine a más de 70º.C durante al menos dos minutos. Las altas temperaturas sí eliminan los restos bacterianos.
La forma correcta de descongelar
Para pasar del congelador a temperatura ambiente, primero deben permanecer un tiempo en el frigorífico, en la balda con una temperatura más fría. «Se recomienda sacar la comida del congelador con una antelación de, al menos, doce horas y dejarla en la nevera sobre un bandeja que recoja el líquido que vaya generando», sugiere la Aesan.
Otra opción válida, en caso de que te haya cogido el toro, es la de utilizar el microondas. Si bien es la alternativa más rápida, no lo hace de forma homogénea.
Por ello, la Aesan recomienda utilizar la potencia más baja, cortar los alimentos en trozo pequeños, repartidos por la superficie del recipiente y girar la preparación varias veces durante este proceso. «En este caso, conviene cocinar de forma inmediata esta comida, ya que algunas partes pueden haber comenzado a cocerse», recuerda la entidad.
Además, existen opciones que, siempre y cuando lo indiquen las aguas del fabricante, pueden cocinarse congelados, como sucede con las verduras, hamburguesas o pizzas.
El mayor error que una persona puede cometer en esta materia es descongelar un alimento a temperatura ambiente.
Ya que entre los 5º.C y los 65º.C, los microorganismos pueden reproducirse con mayor rapidez y se pondrían en riesgo la seguridad.
Por último, no esperes demasiado a comerlo. Cuanto menos tiempo tardes, mejor.
¿Cuánto tiempo duran los distintos alimentos?
La Aesan señala que si bien por seguridad, se podrían mantener en el congelador casi indefinidamente, existe un tiempo prudencial recomendado para asegurar la calidad del producto.
- Las frutas y verduras pueden permanecer de ocho a doce meses.
- La carne de vacuno, cordero y cero de seis a doce meses.
- La carne de pollo de nueve a doce meses.
- La carne picada, hamburguesas, de tres a cuatro meses.
- Los fiambres y embutidos de uno a dos meses.
- Las claras y yemas de huevo crudas y sin cáscara aguantan hasta doce meses.
- El pescado blanco entre seis y ocho meses.
- El pescado azul dura de dos a tres meses.
- El marisco puede permanecer tres a seis meses.
- Las sopas y los guisos duran de dos a tres meses.