Los tatuajes veganos son la prueba de que la crueldad animal cada vez tiene menos cabida en el universo de los cuidados, debido a que los tatuajes tradicionales se llevan a cabo con tintas que tienen ingredientes de origen animal, como la glicerina, que se obtiene de la grasa animal; o la gelatina, extraída principalmente de huesos, piel y tendones de origen porcino, vacuno y avícola.
De esta manera, también queda patente que el veganismo no está únicamente asociado a nuestra alimentación, sino que refleja un estilo de vida que nos hace plantearnos todas nuestras acciones desde cero con un objetivo: dignificar la vida animal.
Poco a poco, la tendencia del tatuaje vegano emergió en grandes ciudades como Nueva York, Londres o Berlín, y a partir de focos tan potentes como estos ha extendido sus redes por todo el mundo, llegando a muchos país, donde estudios como Alchemist´s Valley, con sedes en Madrid y Barcelona, operan con materiales y productos que no tienen origen animal. Y no solo eso, ya que se habla de tatuaje vegano cuando los productos utilizados, además de no tener nada que ver con el mundo animal en su composición, son también cruelty free; es decir, no se testan en animales antes de ser homologados para su uso entre los seres humanos.
Las grandes ventajas de hacerlo así más allá de la sostenibilidad, sobre todo en lo que respecta a la tinta vegana, es que es un material hipoalergénico y que se asimila mejor, y todo ello sin repercutir en la calidad del tatuaje, que es idéntica a la del tradicional.
Eso sí, no está vacío el lado de la balanza de las desventajas porque es una tinta que se decolora más rápido, de ahí que pueda requerir el tatuaje algún retoque más, si bien depende en gran medida de lo responsable y cuidadoso que se sea a la hora de cuidar el tatuaje durante la fase de cicatrización del mismo.
