La muerte de un comediante: Un sueño que cobra vida

Columnistas
Juan Eduardo Fernández “Juanette”

Todavía no me lo creo. La semana pasada, mientras tomaba mi café y revisaba el correo como cualquier otro día, casi me ahogo al leer el asunto de uno de los emails: «La muerte de un comediante ya tiene distribuidor».

Tuve que leerlo tres veces para asegurarme de que no estaba alucinando. FilmSharks, nada más y nada menos, ha adquirido los derechos de distribución mundial de nuestra película para 2025.

Como productor asociado, he vivido cada etapa de este proyecto, desde su concepción hasta este momento crucial, y déjenme decirles que ha sido una montaña rusa de emociones. Ver a Diego Peretti, a quien siempre he admirado como actor, dar el salto a la dirección ha sido fascinante. Recuerdo cuando nos contó su idea por primera vez, esa historia de Juan Debré, un actor atrapado en su personaje de televisión que se enfrenta a una crisis existencial. En ese momento supe que teníamos algo especial entre manos.

Lo que más me emociona es cómo Diego ha logrado trasladar su visión a la pantalla. Esa idea suya de «mirar al abismo con ojos de niño» se siente en cada fotograma. Y no les miento, hubo momentos en los que pensé que estábamos locos por intentar mezclar una historia tan profunda con una estética de cómic. Pero ahora, viendo el resultado final, no puedo más que maravillarme de cómo todo encaja perfectamente.

Pero si hay algo que me llena de orgullo es la forma en que hemos hecho esta película. Más de 15,000 personas hemos puesto nuestro granito de arena para hacer realidad «La muerte de un comediante». Es una locura pensar cómo cada uno de nosotros creyó en el proyecto incluso antes de tener una sola escena rodada.

Ahora, déjenme contarles algo que pocos saben y que hizo que esta experiencia fuera aún más especial para mí. Durante el rodaje en Buenos Aires, tuve la oportunidad de meterme de lleno en la acción. ¿Se imaginan a este productor asociado convertido en extra por un día? Pues así fue. Me encontré en el set de un programa de televisión ficticio, siendo parte del público mientras Juan Debré, interpretado magistralmente por Diego, tenía una revelación en vivo. Fue surrealista estar ahí, viendo cómo la historia que habíamos discutido tantas veces cobraba vida frente a mis ojos.

Pero mi participación no terminó ahí. Aunque la película transcurre entre Buenos Aires y Bruselas, yo nunca pisé suelo belga. Sin embargo, mi voz sí lo hizo. En un giro digno de una película de Almodóvar (piensen en esas escenas de «Mujeres al borde de un ataque de nervios» con Carmen Maura como actriz de doblaje), me encontré en un estudio en Buenos Aires, prestando mi voz para las escenas que transcurren en un bar de Bruselas. Fue una experiencia fascinante, intentar capturar la atmósfera de un lugar que solo podía imaginar, mientras veía las escenas en pantalla. Y la frutilla del postre: En ambos casos fuimos dirigidos por Diego Peretti y Javier Beltramino, con quien nos reencontramos para este proyecto.

El querido Javi Beltramino, quien codirige con Diego, es un productor con credenciales probadas en la industria. Ha sido parte de películas como: Lobo solitario, Arroz y fósforos, y Relatos salvajes entre otros.

A Javier le conocí en uno de los momentos más terribles de la humanidad: La Pandemia, cuando me involucré como productor de La Uruguaya, y pasé a formar parte de esta comunidad hermosa y colaborativa que es Orsai Audiovisuales. Beltramino también fue nuestro tutor para producir y rodar nuestro documental: “Cómo 1961 desconocidos nos convertimos en productores de cine”.

Y a toda esta aventura se suma ahora para cerrar el ciclo la distribución. Por eso cuando leí las declaraciones de Federico Pascua, quien asistirá próximamente a Iberseries Platino & Industria para presentar la muerte; se cierra un circulo virtuoso.

No sé qué nos depara el futuro, pero de una cosa estoy seguro: «La muerte de un comediante» será una película hermosa que dejará huella.