Fantasmas, la continuación de la trilogía de Paul Auster

Espectáculo

Fantasmas es el segundo libro de la trilogía de Nueva York, junto a Ciudad de cristal (1985) y La habitación cerrada (1987) de Paul Auster, publicada en 1986. En Fantasma no encontramos nombres, los personajes son colores: Azul, Castaño, Negro, Blanco… y aunque al inicio parece algo complicado luego lo leemos sin problemas, quizá hasta es más cómodo sin nombres.

Trata de un detective privado llamado Azul, entrenado por Castaño, que investiga a un hombre llamado Negro en un apartamento de la calle Naranja para un cliente llamado Blanco. Azul escribe y envía sus informes a Blanco, quién le envía cheques a cambio. Azul comienza a frustrarse porque las exigencias de un trabajo continuo de vigilancia le están haciendo olvidar su propia vida. 

El caso parecía bastante sencillo. El señor Blanco, que apareció un día repentinamente, cuando en la vida del detective Azul parecía que ya nada iba a cambiar, quería que Azul siguiera a un hombre llamado Negro, que lo vigilara sin pausa todo el tiempo que hiciera falta. Azul necesitaba un trabajo y no hizo demasiadas preguntas, aunque sospechara desde un principio que Blanco no era el hombre que decía ser. Lo que el detective no sabía era que el caso duraría años, y que cuando desvelara el misterio, o le pusiera un final, si es que a aquello puede llamársele un final, lo que descubriría sería quizá su propio misterio, lo que atisbaría sería su propio final. 

Situada entre los laberintos detectivescos de Chandler y los páramos existenciales de Beckett, Fantasmas comienza con todos los requisitos de una novela policíaca, pero adquiere muy pronto, y sin perder nada de su suspense, una dimensión metafísica. Y el lector se desliza de un misterio policíaco a un enigma metafísico, de la pregunta “¿quién es el culpable?”, a otra mucho más difícil de responder, “¿qué es ser culpable?”

A medida que leemos se da una confusión de personajes, el detective que observa a un escritor se convierte en escritor y parece ser observado por aquel que escribía o podría ser que el que escribe lo haga sobre aquel que le controla. Encontramos muchas referencias literarias, curiosidades incluso sobre autores y su obra. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *