Huérfanos de Brooklyn, una novela negrade Jonathan Lethem

Espectáculo

Hace casi 20 años Jonathan Lethem (1964) regresó a su natal Brooklyn, en Nueva York, luego de una década en la otra costa: California. Y en una noche de inspiración, dice, escribió el párrafo que abre su novela Huérfanos de Brooklyn, de 1999: «El contexto lo es todo».

El protagonista de esta historia, un detective privado con síndrome de Tourette, es uno de esos personajes únicos que de vez en cuando encuentras en un libro. 

Cuando asesinan a su jefe, tendrá que tomar la iniciativa y abrirse camino en un Brooklyn lleno de sombras.

Después de varias novelas y cuentos que emergían de la ciencia ficción, Huérfanos de Brooklyn situó a Lethem frente a un público más amplio. 

Y 20 años más tarde esta novela es la excusa para que el actor Edward Norton regrese a la dirección: la adaptación de la novela de Lethem, de hecho, tiene al mismo Norton interpretando a Lionel Essrog, junto a Willem Dafoe y Bruce Willis, canciones de Thom Yorke en su banda sonora y un aire que recuerda a Chinatown, así como la adaptación de Robert Altman de El Largo Adiós. 

Dos referentes que Lethem recuerda haber tenido presente al escribir Huérfanos de Brooklyn. «Con esta novela no quería desafiar la tradición de detectives», dice Lethem, quien responde el teléfono desde una California afectada por varios incendios. «Quería honrarla, ser parte de esa tradición».

Digamos que Huérfanos de Brooklyn es un experimento: se trata de mirar la realidad a través de la lente de un género literario perdido. 

El propio Lethem declara inviable la prueba. 

Su héroe touréttico confiesa la imposibilidad de repetir las andanzas de héroes como Marlowe: la vida no es una novela policíaca y se supone que Essrog está contando su vida, aunque recurra de vez en cuando a golpes de efecto (un secuestro o una pistola apuntándole), y a símiles extravagantes y originales a la vez, como recomendaba Chandler: «Tenía una voz tensa como un puño apretado». Lethem lo enfrenta a peligrosas figuras de novela negra, como el dúo hampón Matricardi y Rockaforte, dos ancianos que se expresan con «comentarios banales que escondían una carga aterradora». Visten como dos hermanos gemelos y reciben en un sofá, cogidos de la mano (se sueltan cuando aparece el extraño), en una casa muerta y forrada de polvo y terciopelo.

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