«La Habitación Cerrada» de Paul Auster el cierre de la trilogía New York

Espectáculo

“No puedes saber lo que es verdad y lo que no lo es. Nunca lo sabrás”, le dice Fanshawe al narrador de La habitación cerrada, una de las novelas que conforman La trilogía de Nueva York de Paul Auster. 

La historia se centra en el narrador, pues nunca mencionan su nombre, y Fanshawe, amigo de la infancia de este. Fanshawe ha desaparecido y ha dejado una esposa con un niño en brazos, y una pila de manuscritos que jamás publicó. La habitación cerrada es el juego mental que se hace el narrador para tratar de esclarecer su mente. ¿Por qué lo eligió a él para publicar su libro? ¿Realmente desapareció Fanshawe? ¿Regresará en algún momento? Estas y más preguntas se van desarrollando durante todo el relato.

El narrador comienza a buscar desquiciadamente a su amigo con el afán de acabar con su locura, de poder enterrarlo y regresar a vivir una vida normal, pero ¿es posible ser el mismo luego de leer un libro que nos resulta significativo?, ¿es siquiera posible ser el mismo a cada segundo que pasa? Al lector apasionado no le interesa encontrar el carácter real o ficticio de una obra, es más, ni siquiera lo tiene en cuenta, el problema, que se transforma en obsesión, aparece cuando las palabras son oscuras y no nos dejan ver, cuando sabemos que hay algo más a lo que no podemos acceder y por lo que daríamos la vida con tal de descubrir.

El protagonista logra encontrar a su amigo pero nunca lo ve realmente, sólo habla con él a través de una puerta cerrada. Y esa sola idea, esa sola representación de la literatura, hace que valga la pena leer el libro.

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