Noches Sin Dormir: Último invierno en Nueva York de Elvira Lindo

Espectáculo

Un libro ilustrado con fotografías de la propia autora que evocan la atracción y también la crudeza de una ciudad mítica. Un libro lúcidamente inspirado por noches de insomnio creativo.Una mirada literaria y artística sobre una ciudad inimitable, Nueva York.

“Por primera vez en mi vida me puse a la tarea de escribir un diario. Quería dejar por escrito el día a día de un invierno en Nueva York, que tenía la particularidad de ser el último. Un invierno que se comportó como debía, salvajemente, con un frío que mordía a los paseantes en las esquinas y convertía cualquier paseo en una aventura, a menudo desoladora. Fueron días de frío y noches de insomnio creativo. Pero no sólo con palabras quería contarlo sino valiéndome de algunas de aquellas fotos que fui tomando durante los dos últimos años, con una constancia de cazadora solitaria, de paseante alerta”, Elvira Lindo.  

Elvira Lindo mima aquí una parte de sus mejores virtudes literarias, quizá porque nada la obliga a trazar una trama, una intriga o unos personajes con biografías prestadas o artificiales. El efecto que logra no compite con Muñoz Molina, ni con Bellow, ni con Manea: tiene que ver con la veracidad de una muchacha que aún aspira a la libertad de ser adulta y así traslada sin rencor a los lectores el juicio que pueda merecerle su vida familiar juvenil, esa niña huérfana de madre a los 16 años y casada de inmediato, su embarazo, su separación y su enamoramiento de ese otro escritor entonces joven y hoy aprensivo porque en la puerta del cine lo tratan de anciano, con la barba blanca y la gorra calada. Y me gusta que repruebe a Martín Gaite por haber oído que la trataba de posesiva del marido famoso, y me gusta que a la vez se reconozca celosa del marido famoso. Las novelas sólo funcionan de veras cuando salta en ellas sin saber a menudo cómo una chispa invasiva de verdad; con un diario de invierno como este salta también cada dos por tres, latente, murmurada, agobiada y dulcificada por una primavera que está al final del invierno, pero está también en el corazón de esa muchacha que fue periodista de radio, que sigue en la radio, que escribe novelas para niños, la reconocen en un tren de Nueva York y se siente feliz y melancólica contándolo.

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