La psoriasis es una enfermedad que causa un gran impacto emocional a quienes la padecen por la repercusión estética de las lesiones cutáneas que produce.
De ahí que con frecuencia se diga que es una patología que se extiende mucho más allá de la piel. Pero las implicaciones psiquiátricas y psicológicas no son las únicas complicaciones que pueden surgir.
Es mucho más desconocida la asociación con otras enfermedades, como el infarto de miocardio.
Junto a las enfermedades cardiovasculares, hay muchas otras comorbilidades (patologías asociadas) que preocupan a los dermatólogos y otros especialistas que tratan a estos pacientes.
Entre todas ellas destaca la artritis, ya que se calcula que entre el 10 y el 30% de las personas con psoriasis desarrollan artritis psoriásica.
Los psoriásicos también tienen más riesgo de enfermedad por hígado graso y de síndrome metabólico, que es un grupo de trastornos que se presentan al mismo tiempo (hipertensión arterial, hipercolesterolemia, obesidad…) y aumentan el riesgo de enfermedad cardiaca.
Los pacientes con psoriasis presentan un riesgo aumentado de infarto de miocardio a edades más jóvenes respecto a la población general y una disminución de la esperanza de vida de 4 a 5 años.
Se acaba de publicar un estudio en la revista Journal of Investigative Dermatology que revela que hasta un tercio de pacientes con psoriasis sufre disfunción microvascular coronaria.
En concreto, de los 448 participantes en la investigación, un 31,5% padecía esta patología.
Para llegar a estos resultados, los autores del trabajo analizaron la microcirculación coronaria (circulación sanguínea de los vasos coronarios más pequeños) de todos los pacientes.
Los datos arrojan la necesidad de diagnosticar precozmente la disfunción microvascular coronaria en pacientes con psoriasis.
Cómo afecta la psoriasis a la salud cardiovascular
Pero, ¿a qué se debe este incremento del riesgo de artritis, hígado graso, infarto de miocardio y otras patologías? En definitiva, ¿por qué en los casos moderados-graves la psoriasis tiende a convertirse en una enfermedad sistémica?
Hay que partir de que lo que subyace es una inflamación: Lo que vemos es que la piel se inflama pero, del mismo modo que se inflama por fuera, el cuerpo se inflama también por dentro.
Y si todo el organismo está inflamado, prosigue, eso quiere decir que por los vasos sanguíneos circulan células inflamatorias.
El origen hay que buscarlo en que, por causas que aún no se conocen bien, las defensas del cuerpo se alteran y, según describe el dermatólogo, “en vez de atacar a virus y bacterias, reconocen la piel como algo externo y la atacan”.
La inflamación que se genera ante esa respuesta anómala del sistema inmune también tiene su reflejo en las articulaciones, dando lugar a artritis, y en las arterias, fomentando la aterosclerosis que, a su vez, eleva el riesgo de infarto de miocardio y otros problemas cardiovasculares.
Cómo prevenir el infarto en pacientes con psoriasis
Por suerte, hoy en día existen diversas estrategias para prevenir y frenar la progresión de las enfermedades cardiovasculares.
En efecto, se puede detener el aumento de la placa de colesterol y otras sustancias que obstruyen las arterias y dan lugar a la aterosclerosis.
Para ello se utilizan métodos como la ecografía, que permite medir el grosor de las arterias y la formación de placa de ateroma en etapas muy precoces, cuando aún no se ha producido ningún infarto u otra complicación.
Y ese punto en el que hay indicios de obstrucción de las arterias pero es todavía algo muy incipiente -lo que los especialistas denominan aterosclerosis subclínica- es cuando se puede actuar mediante la administración de unos fármacos muy conocidos por su gran eficacia para reducir el colesterol y la mortalidad cardiovascular y global: las estatinas.
A tenor de los resultados de los diversos estudios realizados, las estatinas deberían administrarse antes en los pacientes con enfermedades inmunomediadas como la psoriasis.
Incluso se ha observado que estos fármacos podrían tener cierto efecto antiinflamatorio.
Desde hace años se investiga la acción de las estatinas más allá de lo cardiovascular, es decir, sus efectos pleiotrópicos. En psoriasis ya hay algún estudio que muestra que podrían tener algún efecto en el nivel cutáneo.
Las conexiones entre fármacos y enfermedades no se quedan ahí.
Si en el caso anterior se ha visto que un fármaco con efectos cardiovasculares podría actuar sobre la piel, resulta que hay también medicamentos específicos para la psoriasis que, además de mejorar las lesiones cutáneas, podrían incidir positivamente sobre el riesgo de enfermedades cardiacas.
Estamos estudiando si los fármacos biológicos que administramos a los pacientes con psoriasis, que son muy eficaces para la piel, al bajar esa inflamación también pueden tener beneficio cardiovascular.
Cara y cruz de las complicaciones de la psoriasis
Hay un futuro esperanzador para los pacientes con psoriasis.
A pesar de que el conocimiento del mayor riesgo de sufrir otras enfermedades constituye, en un primer momento, una pésima noticia, la parte buena es que existen diversas herramientas para hacer frente a esa mayor probabilidad de infarto y otras complicaciones.
En el caso de las enfermedades cardiovasculares habrá que valorar antes que nada el riesgo global de cada individuo, en función de sus antecedentes familiares de infarto de miocardio y otras patologías y de otros factores de riesgo cardiovascular clásicos: colesterol, niveles de glucosa en sangre para descartar la diabetes, tabaquismo, hipertensión arterial… Con toda esa información, a la que puede añadirse una ecografía de las arterias, los médicos valoran si el paciente tiene que empezar a tomar estatinas.
Por supuesto, también se le aconsejará la adopción de hábitos de vida saludables para reducir su riesgo cardiovascular: alimentación sana, mantener un peso corporal adecuado, realizar ejercicio físico de forma regular, no beber alcohol, no fumar…