Solicitantes de asilo atrapadas en la burocracia del sistema

Migración

Un hombre, señalado como presunto espía, vive en Dallas hace cinco años con su familia a la espera de que su caso sea resuelto.

Cuando era trabajador de las Naciones Unidas en Afganistán, Fazlur Rahim Muzaffary vio que su trabajo en derechos humanos serviría para fortalecer la democracia en su patria, devastada por la guerra.

Pero esa misión personal se tornó peligrosa para él en 2016 cuando los talibanes lo acusaron de espiar contra ellos y lo amenazaron de muerte en una carta que llevaba la insignia militar del movimiento.

Las amenazas no hicieron más que crecer.

Una vez fue seguido por dos hombres armados en una motocicleta y escapó por poco. Siendo en ese entonces especialista en derechos humanos de las Naciones Unidas, Muzaffary huyó de Afganistán poco después, arribó a Estados Unidos en julio de 2016 y solicitó asilo en Dallas.

Se podría decir que el afgano tuvo suerte, pero su solicitud de asilo lleva más de cinco años estancada en un cúmulo de trámites pendientes, rezago que creció aún más durante la pandemia de covid-19 y ahora Su futuro es incierto. Su caso ilustra los obstáculos que enfrentan los inmigrantes que huyen de la violencia en un ámbito rara vez escudriñado del sistema de asilo: la burocracia de Servicios de Ciudadanía e Inmigración (USCIS).

A diferencia de las dependencias del Departamento de Seguridad Nacional (DHS), cuya función es ejecutiva, USCIS otorga beneficios tales como ciudadanía, green card y permisos de trabajo. Ahora el rezago podría empeorar aún más porque los ucranianos están pidiendo Status de Protección Temporal (TPS) a raíz de la invasión rusa de Ucrania.

El TPS permite a las personas de ciertos países que ya están en Estados Unidos permanecer y trabajar aquí cuando en su país se desata una guerra u ocurre un desastre natural. Muzaffary tiene dos títulos profesionales. Dice que anhela un lugar seguro y permanente dónde vivir con su esposa e hijos, quienes también huyeron de Afganistán un día antes que él.

“Me siento más seguro, pero a veces sueño que despierto y estoy allá otra vez, y da miedo”, dijo Muzaffary en la oficina de sus abogados de Human Rights Initiative of North Texas en Dallas. “Estoy en el limbo”.

Crece el rezago

Para finales de diciembre, el rezago de los trámites de asilo en USCIS había aumentado al doble con relación al año fiscal 2016 a más de 432,000, según las cifras de la dependencia.

Y la montaña de solicitudes de todo tipo de trámites, desde ciudadanía hasta permisos de trabajo, había crecido casi el doble a 8.4 millones para diciembre, de los 4.3 millones en el año fiscal 2016. En el complicado proceso de solicitud de asilo, agentes especialmente capacitados de USCIS conceden refugio.

Si son rechazados, los migrantes pueden acudir a una corte federal de inmigración e intentar de nuevo mediante un proceso denominado asilo defensivo. Pero la otorgación de asilo es tan imprevisible que unos abogados le llamaron “ruleta de refugiados” en una reseña de leyes en 2007.

De acuerdo con la ley de asilo, los migrantes deben demostrar que merecen protección contra la persecución por motivos raciales, religiosos, de opinión, origen nacional o pertenencia a un determinado grupo social.

A través de una petición bajo la Ley de Libertad de Información, los abogados de Muzaffary en Dallas descubrieron que en 2018 un oficial de asilo de USCIS recomendó que se le diera asilo.

El afgano prácticamente respaldó sus argumentos con suficientes pruebas de que estaba en peligro de violencia.

“La evaluación sugiere otorgar el asilo”, dice la opinión. Años después todavía está en espera de un fallo.

Pilar Ferguson, su abogada, dice que Muzaffary ha sido llamado otras dos veces para más entrevistas a pesar de la recomendación de 2018. “Es muy raro que la oficina de asilo le haga varias entrevistas a una persona”, dijo Ferguson. Bill Holston, director ejecutivo de Human Rights Initiative, pensaba que Muzaffary obtendría fácilmente la aprobación.

“Esto me da pena”, le dijo a Muzaffary esta semana. Muzaffary solo suspiró.

En torno a él había evocaciones de inmigrantes victoriosos: testimonios enmarcados y fotos celebrando a aquellos que lograron obtener asilo o una visa en base a cosas como violencia gubernamental o violencia doméstica. “Amenazado”, “recuperado” y “vida segura”, decían. 

Al fondo del pasillo, una bandera en rojo, blanco y azul estaba elegantemente montada en su asta.

“Se halla varado en lo desconocido y eso causa grandes estragos”, dijo Ferguson.

Miles de vidas afectadas

Ferguson y Holston coincidieron en que sus clientes que vienen de países de mayoría musulmana enfrentan dilaciones más largas que otros aspirantes. Los legistas han pedido ayuda a funcionarios electos en el Congreso para el caso, entre otras cosas, corroborar unas declaraciones de un trabajador de las Naciones Unidas.

En 2018 USCIS cambió la forma en que procesa las solicitudes a un sistema conocido como “último que entra, primero que sale”.

La intención era reducir un abuso del sistema por algunos migrantes, que en ocasiones con endebles argumentos solicitaban asilo y obtenían un permiso de trabajo temporal. Funcionarios de USCIS han dicho que es un “instrumento vital para controlar” los pedidos de asilo sin mérito que se aprovechan de que el rezago prolonga sus casos por años.

“Es frecuente que esperen años a que se decidan sus casos de asilo, y eso no sirve a las necesidades de los inmigrantes ni a nuestro interés nacional”, dijo Julia Gelatt, analista de políticas de Migration Policy Institute.

Ese cambio pudo haber afectado el caso de Muzaffary poniendo adelante de él a personas que llegaron después. USCIS dijo que planeaba contratar otras 150 personas para desahogar la acumulación de trámites de asilo. Una vocera de USCIS dijo que no podía hablar de casos de asilo debido a las leyes de protección a la privacidad.

“Durante los últimos seis años, la división de asilo ha recibido muchos más casos en todas sus áreas de responsabilidad de los que puede fallar”, dijo la vocera en una declaración.

Y la carga de trabajo de USCIS podría crecer aun más. La administración del presidente Joe Biden propuso que USCIS envíe más oficiales de asilo a la frontera sur para lidiar con la posible inundación de nuevas solicitudes de asilo. “No será más rápido si USCIS está sobrecargado de más”, dijo Gelatt.

“Lo que está pasando en USCIS afecta la vida de demasiadas personas, pero no creo que el público vea eso”.

Invasión soviética

Muzaffary tiene 43 años, pero dice que se siente más viejo. De niño fue testigo de la ocupación soviética de Afganistán en 1979. Su padre murió en un ataque con cohetes. Ya de adulto trabajó primero con International Rescue Committee, una agencia de reasentamiento de refugiados, y luego con las Naciones Unidas durante la guerra de casi 20 años de Estados Unidos que terminó en agosto pasado con una caótica y dolorosa retirada.

Dice que estaba orgulloso de su trabajo, que viajaba de Kabul a las provincias del norte, sur y oeste de la capital; pero que los peligros aumentaron con los años.

Trabajadores de la ONU habían sido asesinados, hubo saqueo de computadoras y personas que hacían labor humanitaria eran secuestradas. Cuando las amenazas contra él y su familia escalaron, determinó que tenía que huir.

Llegó primero a Nueva York y se reencontró con su esposa y tres hijos.  En dos semanas decidió instalarse en Dallas, donde encontró trabajo en un despacho de abogados. Aquí, él y su esposa tuvieron a su cuarto hijo, una niña, ciudadana estadounidense por nacimiento.

Sus otros hijos se percatan de que su hermanita es diferente a ellos. Puede llegar a ser presidenta de Estados Unidos, le dijeron a su padre. Los otros hermanos, una niña y dos niños, saben que sus aspiraciones son limitadas, dice.

Saben que algo no anda bien con su “status”, un término usado en el sistema de inmigración que indica el lugar que ocupa una persona en el proceso de legalización y qué categoría de documentos le corresponde.

Por supuesto, la palabra también denota el lugar de una persona en la sociedad. “Papá, ¿cuándo sacamos pasaportes para viajar?”, le preguntan a su padre. Muzaffary dice con tristeza: “Ellos saben que son diferentes de los demás niños de la escuela”.

Sus hijos sienten que no están “bien insertados en esta sociedad”. Eso deprime a Muzaffary, hombre de muchos idiomas que ahora lucha por hacer de Estados Unidos su casa. “Si regreso a Afganistán… ¿qué pasará? Es como arrojar a alguien al fuego”.

Está atento a las noticias de Ucrania, donde Rusia ha atacado a la población civil y hay un éxodo de más de 2.5 millones de personas. Eso le trae recuerdos de Afganistán y de su violencia. “Va a ser una tragedia más para el mundo”, dijo.

Solicitantes de asilo se encuentran atrapados en la burocracia del sistema migratorio

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