La jerarquía real, la única certeza tras la muerte de la reina Isabel II

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La muerte de la reina Isabel II ha conmocionado al mundo entero y ha abierto en el Reino Unido una nueva era incierta tras más de siete décadas de estabilidad en la corona. Muchas más certezas hay en torno a los cambios que desencadenará el fallecimiento de la monarca en la jerarquía real. Por primera vez en más de medio siglo se producirán variaciones sustanciales en la línea de sucesión.

Esas modificaciones implicarán a la vez traslados de domicilios, nuevos ingresos y títulos. De todos ellos, hay uno que destaca sobre cualquier otro: el príncipe William se sitúa a partir de ahora a la cabeza en la nueva línea de sucesión al trono.

Cuatro hijos, ocho nietos y 12 bisnietos. Esa es la extensa familia que la reina Isabel deja tras su muerte. Su primogénito, Carlos III, hasta ahora el príncipe de Gales, es desde el momento de la muerte de su madre el nuevo rey de Inglaterra.

Tiene 73 años y su proclamación formal ha tenido lugar este sábado en un acto solemne en el palacio de Saint James, en otra jornada histórica en la capital británica. Camilla, su segunda esposa tras la muerte de Diana de Gales en 1997, es ahora la reina consorte.

Su hijo mayor, el príncipe William, se ha acercado desde el pasado jueves un paso más al cargo que previsiblemente heredará, el de rey de Inglaterra. Así puede leerse ya en la propia página web de la familia real en la que figuran hasta 23 personas en la línea de sucesión.

William pasa a partir de ahora a ser el príncipe de Gales, como estableció su padre en su primer discurso televisado el pasado viernes. Kate, su esposa, ostentará ahora el título de princesa de Gales, el mismo que tuvo en su día su difunta suegra, Diana. Es decir, William deja de ser un miembro más de la familia real y se convierte en el heredero aparente encabezando la línea sucesoria.

Su padre era un niño cuando se convirtió en heredero y desde entonces ha dedicado su vida a prepararse para ser rey. El caso del príncipe William es muy distinto. Tiene 40 años y probablemente, debido a la edad de su padre, acabará siendo rey antes. William se convertirá en rey el día que su padre muera o abdique.

William, el rostro de la nueva generación

William es hijo también de la difunta Diana de Gales y goza de una cierta popularidad entre los británicos, sobre todo entre los más jóvenes. Es de alguna manera el rostro de una nueva generación de monarcas. En los últimos tiempos y de la mano de su popular esposa, Kate, ha logrado labrarse una imagen de hombre respetable y comprometido.

A pesar de ciertos tropiezos diplomáticos en recientes viajes oficiales al extranjero, el heredero aparece en el puesto número tres de la familia real en el ranking de popularidad con un 61%, según los datos de YouGov, después de la reina Isabel II y de su mujer, muy admirada por los británicos.

William se ha despedido este sábado de su abuela en un emotivo comunicado: “Estuvo a mi lado en los momentos más felices. Y estuvo a mi lado en los días más tristes de mi vida. Sabía que este día llegaría, pero pasará tiempo antes de que la vida sin mi abuela se sienta verdaderamente real”.

Ahora heredará las funciones de su padre, entre ellas la de representar al rey dentro y fuera del Reino Unido. Resultará determinante también ver qué sucede con el legado de organizaciones y fundaciones que dirigía su padre, el actual rey. “Además de sus funciones ceremoniales en el Reino Unido y en el extranjero, el rey ha sido instrumental en establecer más de 20 ONG durante 40 años […]. Su Majestad ha apoyado públicamente una variedad de causas relacionadas con el medio ambiente, las comunidades rurales, el arte, la salud y la educación”, detalla la casa real.

William pasa a ser además duque de Cornualles y con ese ducado hereda una enorme fortuna. El ducado le proporcionó a su padre en torno a 23 millones de libras (26,3 millones de euros) entre 2020 y 2021. En total son 526 kilómetros cuadrados de tierras repartidas por toda Inglaterra y Gales. Está por ver a qué piensa dedicar el príncipe William semejante fortuna.

El nuevo príncipe de Gales gestionaba hasta ahora sus propias fundaciones dedicadas a apoyar a jóvenes sin hogar, la conservación del medio natural en África, el premio medioambiental Earthshot o la salud mental. El heredero deberá decidir ahora cómo compatibilizar sus antiguos intereses con los nuevos requerimientos de su cargo y con la herencia de su padre.

Lo que parece evidente es que las diferencias de carácter con su progenitor —a menudo se dice de él que es más hijo de su madre que de su padre— harán que sea probablemente un príncipe de Gales distinto del que ha sido Carlos III.

William y Kate se habían trasladado hace pocos días a una casa cerca de Windsor, situado a unos 40 kilómetros de Londres, para estar cerca de la reina. A partir de ahora, sin embargo, deberán pasar más tiempo en Londres, donde todavía conservan su vivienda en el palacio de Kensington, en pleno corazón londinense.

Podrían además ahora, según publica la prensa británica, trasladarse al propio castillo de Windsor. De la misma manera, el rey Carlos III y su esposa, la reina consorte Camilla, podrían optar por trasladarse desde Clarence House, en el centro de Londres, al Palacio de Buckingham, a pocos metros de distancia.

Los títulos del príncipe William

El príncipe William ostentará también los títulos de conde de Chester, por ser el hijo primogénito del monarca, y el de duque de Cambridge. En Escocia será el duque de Rothesay, propio de los herederos al trono. Otros de los títulos que heredará de su padre son los de conde de Carrick, gran senescal de Escocia, señor de las Islas y barón de Renfew. El príncipe William conservará además el condado de Strathearn y seguirá siendo barón de Carrickfergus.

Los siguientes en la línea sucesoria son sus hijos George, Charlotte y Louis. La corona británica no concede prioridad a los varones sobre las mujeres en la línea sucesoria desde 2013, por lo que el orden de nacimiento establece la jerarquía de los aspirantes al trono. Charlotte es, pues, la primera mujer en la línea sucesoria británica.

Harry, el segundo y díscolo hijo de Diana y hermano del príncipe William, pasaría a ser el quinto en la línea sucesoria. Su hijo, Archie Mountbatten-Windsor (tres años) ocupa el sexto lugar y la séptima su hija, Lilibet Diana Mountbatten-Windsor (15 meses).

A partir de ahora, si Carlos así lo decidiera y Harry lo aceptara, Archie y Lilibet podrían convertirse en príncipe y princesa al ser nietos del rey (hasta ahora, eran bisnietos de la reina). Por el momento, el monarca no ha hecho ningún anuncio al respecto.

Harry de Inglaterra y su mujer Meghan Markle, los duques de Sussex, confirmaron que dejaban de ser miembros activos de la realeza británica el año pasado, después de haber trasladado su residencia a Estados Unidos.

Desde entonces, las relaciones del quinto en la línea de sucesión con el resto de la familia real no han dejado de volverse cada vez más tirantes. Sobre todo después de que Meghan aireara en televisión acusaciones de racismo contra los miembros del Palacio de Buckingham.

De hecho, Harry viajó por separado del resto de la familia a Balmoral, el castillo escocés donde murió su abuela el pasado jueves. El rey Carlos III, sin embargo, tendió la mano a su hijo durante su primer discurso como monarca el viernes, en lo que los medios británicos interpretaron como un intento de reconciliación familiar.

La rigidez de las normas que regulan la línea sucesoria y los cambios históricos han terminado por dar lugar a casos paradójicos. Así, por ejemplo, la princesa Ana, la única hija de la reina y del también difunto duque de Edimburgo, aparece muy por detrás de sus hermanos, en concreto en el puesto 16º de la línea sucesoria. Eso es debido a que su nacimiento se produjo décadas antes de la enmienda del acto legislativo de 2013 que permite a las mujeres acceder en pie de igualdad al trono británico. La reforma se aplica a los nacidos después del 28 de octubre de 2011.

Aparece por detrás incluso que su hermano, el príncipe Andrés, duque de York y octavo en la línea de sucesión, acusado de abuso sexual. En 2019, la reina anunció que su hijo abandonaría sus funciones después de que trascendiera el escándalo.

El pasado febrero, el príncipe Andrés llegó a un astronómico acuerdo económico para enterrar la demanda civil presentada en Estados Unidos por Virginia Giuffre. Ella le acusa de haber abusado sexualmente de ella hasta en tres ocasiones cuando tenía 17 años. El caso está relacionado con el escándalo del empresario Jeffrey Epstein, quien acabó suicidándose en su celda a la espera de juicio.

Más allá del orden en línea sucesoria que ahora se recoloca tras la muerte de la reina, el papel que vaya a tener cada uno de los miembros de la familia real dependerá en buena medida de los planes del nuevo rey, Carlos III. La prensa británica ya ha anticipado que el monarca planea un “adelgazamiento” de la familia real. Es decir, se propone reducir el número de miembros esenciales y activos de la familia a un mínimo que incluiría al rey y su esposa, a sus hijos y sus nietos.

Una monarquía adelgazada encaja con el siglo XXI titulaba el viernes The Times, que abogaba por una reducción del gasto real y detallaba que, por ejemplo, un año la casa real llegó a gastar 92.000 libras (más de 105.000 euros) solo en cambiar bombillas en el palacio.

Las finanzas de la casa real y también la fortuna de la reina han sido en los últimos tiempos objeto de debate en este país. En lo que se refiere a la fortuna de Isabel II, de momento, parece que dará poco que hablar. Discreta y reservada, la reina ha querido que su testamento no se haga público y se ha llevado también ese secreto a la tumba.