Amanda Gorman: «La colina que escalamos»

Uncategorized

Amanda Gorman es una de las protagonistas indiscutibles en la jornada de investidura de Joe Biden. Con su poesías, esta joven de 22 años,  se ha convertido en la más joven en formar parte de una inauguración presidencial en la historia de Estados Unidos. Y lo hizo pronunciando The Hill We Climb (La colina que escalamos), un poema suyo en el que ha estado trabajando las últimas semanas.

Lo terminó a raíz del asalto al Capitolio, que le permitió superar algo de bloqueo creativo tras ver claro el mensaje que quería dar. “Siempre hay luz, si somos lo suficientemente valientes para verla, si somos lo suficientemente valientes para encarnarla”, ha leído al final de sus versos en cinco minutos de discurso que han conmovido a toda la nación.

La artista fue elegida como mejor poeta nacional tan solo un año después de entrar en Harvard, e hizo en Madrid, un máster de escritura en la Universidad Complutense.

“Cuando llega el día nos preguntamos dónde podemos encontrar luz en esta sombra sin fin.

Debemos vadear la sombra que llevamos: Hemos desafiado el vientre de la bestia.

Hemos aprendido que la tranquilidad no siempre es paz. Las normas y nociones  no siempre es justicia. Y sin embargo, el amanecer es nuestro antes de saberlo.

De alguna manera lo hacemos.

De alguna manera hemos resistido y sido testigos de una nación que no está rota, sino simplemente inacabada.

Nosotros, los sucesores de un país y una época en la que una chica negra, delgada, descendiente de esclavos y criada por una madre soltera puede soñar en convertirse en Presidenta sólo para encontrarse recitando ante uno.

Y sí, estamos lejos de ser pulidos, lejos de ser prístinos, pero eso no impide que nos esforcemos por formar una unión perfecta. Nos esforzamos por forjar nuestra unión con propósito.

Componer un país comprometido con todas las culturas, colores, personajes y condiciones del hombre.

Y así elevamos nuestras miradas no a lo que se interpone entre nosotros, sino a lo que se encuentra ante nosotros.

Cerramos la brecha porque sabemos que atentamos contra  nuestro futuro.  Primero debemos dejar de lado nuestras diferencias. Dejamos las armas para poder tender la mano el uno al otro. No buscamos dañar a nadie y  anhelamos armonía para todos.

Que el mundo nada más diga que esto es verdad

Que aunque nos afligimos, crecimos. Que incluso cuando lastimamos, esperábamos. Que incluso cuando nos cansamos, intentamos  para siempre ser victoriosos. No porque nunca más conozcamos la derrota, sino porque nunca más sembraremos división.

La Escritura nos dice que cada uno se sentará debajo de su propia vid e higuera y nadie los hará temer.

Si vamos a estar a la mano del tiempo, entonces la victoria no estará en la hoja, sino en todos los puentes que hemos hecho.

Esa es la promesa de alegrar, la colina que subimos si sólo nos atrevemos.

Porque ser americano es más que un orgullo que heredamos. Es el pasado en el que entramos y cómo lo reparamos.

Hemos visto un bosque que destrozaría nuestra nación en lugar de compartirlo. Destruiría nuestro país si significara retrasar la democracia. Este esfuerzo casi tuvo éxito.

Pero si bien la democracia puede retrasarse periódicamente, nunca puede ser derrotada permanentemente.

En esta verdad, en esta fe, confiamos

Mientras tenemos nuestros ojos en el futuro, la historia tiene sus ojos en nosotros.

Esta es la era de la redención. La temíamos en sus inicios. No nos sentimos preparados para ser los herederos de una hora tan aterradora, pero dentro de ella, encontramos el poder de crear un nuevo capítulo, de ofrecer esperanza y risas a nosotros mismos, así que mientras una vez preguntamos, ¿Cómo podríamos prevalecer sobre la catástrofe? Ahora afirmamos, ¿Cómo podría prevalecer la catástrofe sobre nosotros?

No volveremos a lo que era, nos trasladaremos a lo que será un país magullado, pero entero, benevolente, pero audaz, feroz y libre.

No seremos maltratados ni interrumpidos por la intimidación porque sabemos que nuestra inacción e inercia será la herencia de la próxima generación. Nuestros errores se convierten en sus cargas.

Pero una cosa es cierta, si fusionamos la misericordia con el poder y el poder con el bien, entonces el amor se convierte en nuestro legado y cambia el derecho de nacimiento de nuestros hijos.

Así que dejemos un país mejor que el que nos encontramos.

Cada aliento de mi pecho golpeado en bronce elevará este mundo herido hacia uno maravilloso.

Nos levantaremos de las colinas de las extremidades doradas del oeste. Nos levantaremos del noreste barrido por el viento, donde nuestros antepasados realizaron la revolución por primera vez. Nos levantaremos de las ciudades de Lake Rim de los estados del medio oeste. Nos levantaremos del sur bañado por el sol.

Reconstruiremos, reconciliaremos y recuperaremos  cada rincón conocido de nuestra nación, en cada rincón llamado nuestro país. Nuestro pueblo diverso y bello emergerá maltratado y hermoso.

Cuando llega el día, salimos de la sombra en llamas y sin miedo. El nuevo amanecer florece a medida que lo liberamos. Porque siempre hay luz.

Si sólo fuéramos lo suficientemente valientes para verlo. Si tan sólo lo suficientemente valientes para serlo.

Traducido por Dra. Rosana Ordóñez

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *