Neofobia alimentaria. Puede sonar raro, pero no es otra cosa que el miedo a probar comida nueva. Es una aversión natural y un reflejo involuntario.
Algo así como un mecanismo con el que el cuerpo se protege frente a alimentos que no conoce y que, por tanto, no sabe qué efectos tendrá sobre el hay que tener en cuenta que a los niños les gusta mucho lo dulce y la fruta lo es, pero si se les ofrece caramelos en lugar de, por ejemplo, un plátano, este no va a poder competir con la dulzura de aquellos.
Asimismo, no se debe distinguir entre alimentos buenos y alimentos malos. No se le puede prometer al niño que si se porta bien, comerá macarrones, ejemplifica, y agrega: El premio es el cuidado de la salud, no que puedas comer lo que te gusta.
Estos datos vuelven a contrastar con el conocimiento general que se tiene sobre las frutas. En concreto, el 67,2% de los participantes admite que las frutas y hortalizas frescas ayudan a llevar una dieta equilibrada y variada.
Saben que su ingesta aporta vitaminas y minerales, contribuye al desarrollo y buen funcionamiento del sistema inmunitario, previene enfermedades, es una buena fórmula para obtener energía y vitalidad y, además, aporta fibra.
En general, la población no es consciente del impacto de sus acciones. Los padres deben saber que cada vez que uno de sus hijos no consume fruta, se le está negando la oportunidad de darle al cuerpo lo que necesita y le está haciendo daño.
La evidencia científica ha demostrado que la alimentación es fundamental para prevenir enfermedades no transmisibles como el cáncer.
Una de las razones por las que cada año la edad media de sufrir esta patología se adelanta es debido a una mala alimentación entre los más pequeños.
No comen bien ni ellos ni nosotros. No podemos pretender que los niños hagan algo que los adultos no son capaces de hacer.
Además, añade que la salud de la microbiota, directamente proporcional al consumo de frutas, también está vinculada con la prevención del cáncer.
Razones de la diferencia entre conocimiento y hábito
La conveniencia, principalmente marcada por la falta de tiempo, se mantiene como el factor más estable que frena el consumo de frutas y hortalizas a largo plazo.
A pesar de que, en la actualidad, el 47,7% de los encuestados menciona el precio como el principal motivo que condiciona su ingesta, lo cierto es que los datos previos al contexto inflacionario revelan que, antes de la subida generalizada del IPC, este elemento se situaba en el tercer puesto de los factores que más frenaban el consumo.
Los expertos reunidos han coincidido en que son necesarias campañas de comunicación y promoción de alimentos frescos saludables.