El salmón es un producto versátil y delicioso, rico en omega 3 que aporta importantes beneficios para la salud y, con algunos cuidados simples, puede prepararse de manera que mantenga todas sus propiedades nutricionales y su atractivo visual, evitando un fenómeno habitual a la hora de cocinarlo, que es la aparición de un líquido blanco de textura gelatinosa.
Este líquido, aunque pueda parecer extraño o poco apetitoso, no significa que el pescado esté en malas condiciones.
Se trata de la albúmina, una proteína soluble en agua que crea ese efecto visual que tanto llama la atención. Esta proteína no solo en el salmón, sino también en otros alimentos como la leche y los huevos.
Lo que ocurre es que, al cocinar el salmón, el calor provoca que esta proteína se coagule, dando lugar a este líquido blanco que muchos confunden con grasa. Sin embargo, su aparición es un proceso completamente natural y no afecta ni a la calidad ni al sabor del pescado, aunque es cierto que su apariencia puede no ser del agrado de todos.
Trucos para reducir la albúmina
Para reducir la presencia de la albúmina en los platos, es útil conocer algunas técnicas. Un truco sencillo y efectivo es sumergir el salmón en una solución de agua con sal, también conocida como salmuera, durante unos 10 o 15 minutos antes de cocinarlo.
Este proceso ayuda a disolver parte de las proteínas y a crear un gel que retiene la albúmina dentro de las fibras musculares del pescado, minimizando así su salida durante la cocción.
Desde @soyparrilleromx recomiendan barnizar el lomo del salmón con alguna sustancia ácida, como el limón o la naranja.
Otro aspecto para tener en cuenta es la temperatura de cocción. Cocinar el salmón a temperaturas demasiado altas incrementa la expulsión de proteínas y, por ende, de albúmina.
Por otro lado, usar temperaturas demasiado bajas alarga el tiempo de cocción, lo que también puede aumentar la aparición de este líquido. Lo ideal es encontrar un punto medio que permita cocinar el salmón sin que se deshidrate ni expulse demasiada albúmina.
Para quienes desean disfrutar de un salmón perfectamente cocinado sin el inconveniente del líquido blanco, es también importante prestar atención a los tiempos de cocción.
Un filete de salmón generalmente no necesita más de 10 a 15 minutos de cocción, dependiendo del método empleado, ya sea al horno, a la plancha o al vapor.
Además, secar bien el pescado después de la salmuera con papel de cocina es crucial para evitar la humedad adicional que podría contribuir a la formación de albúmina.