¿Qué fue EncroChat?

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La Aplicación Móvil para el crimen organizado

EncroChat, que ahora ha sido retirado, tenía su sede en Francia y tenía un estimado de 60,000 suscriptores. Funcionó en teléfonos Android personalizados y, según su sitio web, proporcionó «comunicaciones seguras sin preocupaciones». Los clientes pudieron acceder a funciones como mensajes autodestructivos, que se eliminaron del dispositivo del destinatario después de un cierto tiempo. El sistema también tenía una eliminación de pánico, lo que significaba que todos los datos podrían eliminarse del dispositivo ingresando un código de cuatro dígitos desde la pantalla de bloqueo.

Aproximadamente el 13 de junio, a los usuarios de Encrochat les llegaba un alerta al móvil. La compañía dueña del que, según sus propios creadores, era uno de los sistemas más seguros y privados del mundo, sino el que más, avisaba a sus clientes que sus defensas habían sido vulneradas por entidades gubernamentales y que recomendaba a sus usuarios que apaguen los teléfonos y se deshiciese inmediatamente de ellos. Una medida un tanto excesiva a simple vista, pero cuya percepción cambia al saber que la gran mayoría de esos usuarios podían ser criminales metidos en negocios como los relacionados con el tráfico de estupefacientes.

Pero no fue sino hasta hace unos días, que en un largo comunicado ofrecido por la Europol, la entidad europea que aúna a las agencias policiales de todo el continente explicaba cómo una operación coordinada entre policías de Francia y Países Bajos y en la que también han participado agentes de otras naciones, como España, ha acabado por fulminar un servicio más que famoso en entornos criminales y que, pese al secretismo que rodeaba a su uso y distribución, se había generalizado en los últimos años como un ‘WhatsApp’ totalmente seguro para criminales de medio mundo.

“Los criminales confiaban ciegamente en la criptocomunicación. Era como si estuviéramos en su mesa de discusiones, en directo“, explica Jannine van den Berg, jefa de la policía holandesa. Se trata de una de las grandes operaciones policiales en Europa de los últimos años.

Las pandillas usaron los dispositivos para planear ataques contra grupos rivales, planear formas de hacer cumplir las deudas de drogas y organizar el lavado de dinero. Las amenazas detalladas incluyen ataques con ácido y corte de extremidades.

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