Según estudio la pobreza afecta el cerebro de los niños

Salud

Una rama emergente de la neurociencia plantea esa pregunta que siempre ha estado presente en la mente de los investigadores.

Los nuevos pagos mensuales en el paquete de alivio por la pandemia tienen el potencial de sacar a millones de niños estadounidenses de la pobreza. 

Algunos científicos creen que esas ayudas podrían cambiar la vida de los niños de una manera más fundamental: transformando sus cerebros.

Decenas de estudios han encontrado que los niños criados en circunstancias precarias tienen algunas diferencias sutiles en su cerebro en comparación con los niños pertenecientes a familias más pudientes. 

Una investigación sobre el desarrollo cerebral y cognitivo en niños que crecieron en orfanatos rumanos desde mediados de la década de 1960 hasta la de 1990 cambió la política sobre institucionalización y cuidado de crianza, en Rumania y en todo el mundo, dijo Charles Nelson, neurocientífico de Harvard y el Hospital de Niños de Boston que codirigió ese trabajo.

En promedio, el área de superficie de la capa exterior del cerebro es más pequeña, sobre todo en las zonas que se relacionan con el lenguaje y el control de impulsos, así como en el volumen de una estructura conocida como el hipocampo, que es responsable de la memoria y el aprendizaje.

Un estudio en curso llamado “Baby’s First Years” (los primeros años del bebé) que comenzó en 2018, busca determinar si la reducción de la pobreza podría por sí sola favorecer un desarrollo saludable del cerebro.

Los investigadores seleccionaron al azar a 1000 madres con bebés recién nacidos que vivían en situación de pobreza en la ciudad de Nueva York, en Nueva Orleans, el área metropolitana de Minneapolis-Saint Paul y en Omaha, Nebraska, para que todos los meses recibieran una tarjeta de débito con 20 o 333 dólares que las familias podían usar como quisieran. 

(El plan de Biden dará 300 dólares mensuales por hijo hasta los 6 años de edad, así como 250 dólares por hijos cuyas edades oscilen entre los 6 y 17 años). 

El estudio hace un seguimiento del desarrollo cognitivo y la actividad cerebral de los niños a lo largo de varios años mediante una herramienta no invasiva denominada EEG móvil, que mide los patrones de ondas cerebrales con un gorro de 20 electrodos.

“Baby’s First Years” es considerado como un emprendimiento audaz para demostrar, a través de un ensayo clínico, un vínculo causal entre la reducción de la pobreza y el desarrollo cerebral. 

El estudio “sin duda es uno de los primeros, si no es que el primero”, en este campo de desarrollo en tener implicaciones directas en políticas públicas, sostuvo Martha Farah, neurocientífica cognitiva de la Universidad de Pensilvania y directora del Centro de Neurociencia y Sociedad que estudia la pobreza y el cerebro.

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