Jesús Elorza
El viernes 24 de junio, tuvo lugar la ceremonia de inauguración de los XIX Juegos Deportivos Bolivarianos en la ciudad de Valledupar Colombia. En ese acto desfiló la delegación de nuestro país con 584 jóvenes deportistas que por encima de las dificultades que tuvieron que confrontar se sienten comprometidos y orgullosos de defender el tricolor venezolano.
La suspensión de los Juegos Deportivos Nacionales por más de nueve años, es quizás, el aspecto que mayor afectación causó en la preparación de nuestros jóvenes, al ver disminuidas las competencias necesarias para su desarrollo deportivo. A eso, hay que sumarle, las insuficiencias presupuestarias para los Programas Operativos Anuales (PAO) de las Federaciones Deportivas y la falta de Protección Social a nuestros atletas y entrenadores.
Otro de los hechos, que llamó la atención en todo lo relacionado con nuestra participación en los referidos Juegos Bolivarianos, es lo relacionado con la tradicional costumbre de las autoridades deportivas de anunciar el estimado de medallas a obtener y la posición a ocupar en el evento que, en esta oportunidad repitieron la conducta asumida desde el año 2013 al no presentar, ni el Comité Olímpico, ni el Ministerio del Deporte, ni el Instituto Nacional de Deporte sus pronósticos de medallas.
Entre los años 2001-2009 el anuncio de los pronósticos por parte de las autoridades deportivas del régimen socialista bolivariano siglo XXI, era todo un espectáculo mediático, con ruedas de prensa cubiertas por todos los medios comunicacionales y allí se veía como, casi babeándose, el ministro o los presidentes del COV-IND anunciaban con bombos y platillos que íbamos a ganar los juegos y sonaban las fanfarrias para hacer ver que somos “Una generación de Oro” y “Una Potencia Deportiva”. Pero, la historia se encargó de dejar al desnudo a esos populistas incapaces de atender y superar las fallas que presentaba nuestro deporte. Y el descalabro, se hizo presente el 2013 en la edición número XVII de los Juegos Bolivarianos realizados en Perú. Allí, perdimos la supremacía que durante 48 años habíamos mantenido frente a Colombia.
En esos juegos, Colombia nos desplazó del primer lugar al alcanzar 30 medallas de Oro, 20 de Plata y 20 de Bronce contra las 17 de Oro, 28 de Plata y 20 de Bronce obtenidas por Venezuela. La diferencia en el total solo fueron 5 medallas.
Lejos de corregir los errores cometidos, la conducta de las incapaces autoridades del régimen fue la de “Suspender los Juegos Nacionales” y dejar sin este evento competitivo a la juventud del país, quedando nuestro alto rendimiento sin el evento principal para la conformación de nuestras selecciones nacionales para los venideros ciclos olímpicos.
Cuatro años después, en los Bolivarianos del 2017 quedaron al descubierto las incapaces autoridades deportivas del régimen al ver que en el cuadro final de medallas Colombia se mantuvo en el primer lugar ampliando el número de medallas; Oro 45, Plata 35, Bronce 39 mientras que Venezuela solo obtuvo 15 de Oro, 27 de Plata y 32 de Bronce. En el total de medallas la diferencia fue abismal 119 Colombia y 74 nuestro país.
Estas y no otras son las razones históricas por las cuales dejaron de realizarse las rimbombantes ruedas de prensa para anunciar “Los pronósticos del régimen” en relación a los juegos bolivarianos. Ahora, la fanfarria populista del régimen es “Venezuela se arregló”. Pero, la historia final de los Juegos en Valledupar nuevamente se encargará de dejar al desnudo a las incapaces e incompetentes autoridades deportivas del Comité Olímpico, Ministerio del Deporte y el IND.
Pretender creer que con consignas populistas vacías de contenido van a superar la crisis del deporte es una conducta de seres incompetentes e incapaces. Superar los problemas del Deporte requiere un cambio de gobierno, planes y programas para restituir integralmente los Juegos Nacionales, un programa de Asistencia Social para los atletas y entrenadores, acabar el flagelo de la corrupción, fortalecer la autonomía del sector deportivo federado, recuperar nuestras instalaciones deportivas, una ley de deporte que limite la dualidad de cargos en las organizaciones, que elimine la reelección indefinida, que prohíba la elección de funcionarios públicos de libre nombramiento y remoción en la dirigencia deportiva, un acuerdo con el sector universitario para la formación de entrenadores, el manejo transparente del Fondo Nacional del Deporte, la descentralización del programa Deporte para Todos y un presupuesto acorde con las necesidades del sector deportivo.
Es evidente, que presentar unos pronósticos sin haber atendido y superado los problemas aquí planteados, se convertirían en cantos de sirenas o consignas populistas.