Síndrome de fatiga crónica: el cansancio que no se puede explicar

Salud

El agotamiento parece estar en aumento. La fatiga es uno de los síntomas más frecuentes de las personas con COVID-19, y su cansancio puede persistir. Agregue esto a las muchas otras causas de fatiga que existían antes de la pandemia, como la falta de sueño, problemas de salud mental y afecciones de salud como anemia o enfermedades cardíacas.

La fatiga puede ser útil. Puede ser una señal de advertencia de que necesita relajarse después de un ejercicio extenuante. O puede hacerle descansar si se enferma. Pero más a menudo, la fatiga crea problemas. Puede ser una sensación abrumadora y duradera de agotamiento que dificulta realizar las tareas cotidianas.

El síndrome de fatiga crónica (SFC) es una de las patologías más difíciles de explicar, tanto por el que la sufre como por los expertos que la tratan. Y es que, aunque no es una enfermedad nueva, hoy por hoy todavía es una gran desconocida, ya que no es posible señalar con seguridad ni sus causas ni cuáles podrían ser los factores desencadenantes.

La suma de diversas causas

Parece ser que lo más nuevo que tiene el SFC es el nombre. A mediados del siglo XIX, el internista norteamericano Austin Flint describió la fatiga crónica como “agotamiento nervioso”. A finales del mismo siglo se reconoció cierta relación entre las infecciones y la llamada neurastenia. Un término al que siguieron otros, como encefalomielitis miálgica y disfunción inmune. 

Todos estos vocablos han servido para ponerle nombre al mismo conjunto de síntomas que, a día de hoy, siguen huérfanos, sin una causa que explique su origen y que podría ayudar a la prevención y tratamiento de la enfermedad. 

Una posible explicación, aunque sin pruebas concluyentes, podría ser la confluencia de factores físicos y psicológicos, entre los que están las infecciones virales o bacterianas, vivencias negativas o traumáticas recientes, estrés mental, depresión o deficiencias nutricionales.

Otra de las posibilidades que se barajan es que «el estrés tenga una participación importante como base de esta patología. Cada persona tiene un nivel de estrés diferente y no todos los individuos lo afrontan con la misma eficacia, por lo que no podemos establecer patrones iguales en los diferentes pacientes», apuntan algunos especialistas

¿Qué siente un paciente de SFC?

Fatiga, cansancio, agotamiento… Son tres de las palabras que, según los pacientes, mejor describen su día a día. Una sensación que no desaparece con el descanso, que limita sus actividades diarias y que no parece que vaya a tener fin. De hecho, para confirmar el diagnóstico es necesario que estos y otros síntomas perduren a lo largo de seis meses como mínimo.

Aunque no existe un perfil definido de paciente, lo que sí tienen en común es que todos describen fatiga intensa. Además, señala que «esta enfermedad, al igual que la fibromialgia, afecta mayoritariamente a mujeres (9:1). La presencia de hormonas diferentes en ambos sexos se ha utilizado siempre como un argumento a favor del papel etiológico de las hormonas en el origen de estas enfermedades, pero hasta la fecha no hay datos concluyentes.

El inicio de los síntomas es generalmente repentino, a veces después de un cuadro similar a una gripe. Ahora bien, el agotamiento es solo el primero de una larga lista de señales. Estos son otros indicios que podrían confirmar el diagnóstico: 

  • Dolor en las articulaciones y músculos.
  • Debilidad muscular.
  • Dificultad para concentrarse y pérdida de memoria.
  • Dolor de cabeza.
  • Hormigueo que afecta sobre todo a las manos.
  • Trastornos digestivos.
  • Dolor de garganta.
  • Trastornos del sueño.
  • Sensación de cansancio al despertar.

¿Agotado o enfermo?

Concluir que una persona padece SFC no es sencillo. Entre otras razones por la propia esencia de la enfermedad: la fatiga. Un concepto cargado de ambigüedad que lleva fácilmente a la confusión. 

Por esta razón, desde el ámbito de la medicina se ha intentado objetivizar este malestar y su intensidad acotando su significado. Así, en el contexto de una consulta médica, la fatiga se define como la aparición temprana de cansanciouna vez iniciada una actividad, una sensación de agotamiento o dificultad para realizar una actividad física o intelectual, y que no se recupera tras un periodo de descanso.

Además, se distingue entre fatiga reciente (menos de un mes de evolución), prolongada (más de un mes) y crónica (más de seis meses).

Según los Centros para el Control de Enfermedades y Prevención de Atlanta (CDC), la fatiga intensa debe durar al menos seis meses para confirmar el diagnóstico de SFC. Esto ocurre cuando el paciente cumple con los criterios diagnósticos de Fukuda, definidos por primera vez en 1994 por los CDC y que son los siguientes:

  • Fatiga crónica persistente (al menos 6 meses), o intermitente, inexplicada, que se presenta de nuevo o con inicio definido y que no es resultado de esfuerzos recientes, no mejora con el descanso y origina una reducción notable de la previa actividad habitual del paciente.
  • Exclusión de otras enfermedades que pueden ser causa de fatiga crónica. Además, de forma concurrente, deben estar presentes 4 o más de los siguientes criterios menores (signos o síntomas), todos ellos persistentes durante 6 meses o más y posteriores a la presentación de la fatiga:
  1. Alteración de la concentración o de la memoria recientes.
  2. Odinofagia (dolor al tragar).
  3. Adenopatías cervicales o axilares dolorosas.
  4. Mialgias.
  5. Poliartralgias sin signos de flogosis.
  6. Cefalea de inicio reciente o de características diferentes de la habitual.
  7. Sueño no reparador.
  8. Malestar postesfuerzo de duración superior a 24 h.

¿Vuelven algún día la energía y la vitalidad?

Junto con la etiología, la búsqueda un tratamiento eficaz que ponga fin al SFC es el otro gran reto al que se enfrentan los investigadores. De momento, «hay tres líneas fundamentales de abordaje: los fármacos, la actividad física y algunas formas de terapia psicológica», señala el doctor Rivera.

La siguiente cuestión sería plantearse la eficacia de esas terapias. En este sentido, el facultativo señala que «en el caso de los pacientes con fatiga crónica existe una mayor dificultad para obtener resultados satisfactorios que con los afectados por fibromialgia, patología con una sintomatología muy similar». 

No obstante, «hay que tratar de implementar estos tratamientos porque, a fecha de hoy, no disponemos de ningún otro que pueda mejorar su situación», defiende el experto.