La selección española, tras un inicio mandón, sucumbe ante Colombia, impulsada por una genialidad de Luis Diaz y revolucionada en la segunda parte por la entrada de James Rodríguez
En un día extraño para hablar de fútbol en Londres, Colombia hizo daño a España en la segunda mitad.
La selección de De la Fuente casi no arañó a un rival que contó con un cohete, Luis Díaz, y un artista, James Rodríguez, al que bastó un ratito para recordar al de sus buenas portadas.
El parón de selecciones sirve para rearmar ilusiones. No fue el caso español.
Para los historiadores quedaba un España-Colombia amistoso, disputado en Londres, en un estadio olímpico, con los españoles de amarillo (Luis Aragonés habría hecho una protesta oficial) y los colombianos de negro, sin VAR y sus conversaciones de la NASA con la ‘high behind’ y el ‘Pepe, pásate a verlo’. Ya puestos, sólo faltó que Rubiales hiciera el saque de honor.
Los entremeses no ayudaban a la esperanza. España preparó el encuentro con Las Rozas de decorado de una de cine negro, entre la pizarra y la UCO, entre cómo se lanza un córner y cómo se investiga a un desahogado.
En el césped De la Fuente apostó por un equipo inicial con photoshop. Sin Lamine Yamal y Cubarsí de inicio, el seleccionador dio entrada a David Raya, Pedro Porro, Sarabia, Joselu, Gerard Moreno y a Vivian, un zaguero de estreno de los que nació para molestar a los delanteros, como la abeja que persigue al tenista.
Colombia se hizo un hueco en las tertulias con aquella orquesta de Pacho Maturana. Durante un tiempo fue el patrón del toque y su ‘Dios es colombiano’ se hizo célebre.
A España sólo le faltaba lucidez en los últimos veinte metros, los que dan alegría y evitan viajes a la nevera. En esas escaramuzas brillaban Gerard Moreno y Grimaldo.
El delantero, a lo Griezmann, hace apología de la inteligencia, se descuelga entre líneas y monta un lío al rival.
El lateral zurdo lanzó roscas de anuncio de botas. Con ese panorama fue Colombia la primera en agitar la atmósfera del partido en la reanudación.
Entró James Rodríguez, propietario de una de esas zurdas que se quedaron a medio camino entre la Gala del Balón de Oro y la cumbia, para que su selección empezara a jugar como si estuviera en Bogotá.
Gerard rozó el gol en un remate que guanteó Camilo Vargas. Fue un aviso estéril.
La presión española se deshilachó y en una contra el balón llegó a Luis Díaz, cuerpeó con éxito con Vivian, le llevó a la banda, le dibujó un rizo y puso un balón a Muñoz para un remate que hizo inútil la estirada de Remiro, sustituto de Raya.
Colombia se hacía grande con el mando de James y la espuma desatada en unas gradas donde contaban con mayoría. De la Fuente hizo debutar al final a Cubarsí.
Colombia lo festejó como si fuera la Copa América. Lo que empezó en Las Rozas terminó en Londres.