«El ataque puede constituir un crimen de guerra», sentenció la organización de derechos humanos
Desde que comenzó el ataque de Rusia contra Ucrania, varios investigadores han rastreado el impacto de municiones de racimo en zonas civiles ucranianas cercanas a escuelas, guarderías y hospitales. Es el caso del bombardeo mortal cercano a un hospital en Vuhledar, en el óblast de Donetsk.
Municiones de racimo
Las municiones de racimo son bombas que, al ser lanzadas hacia un objetivo, dispersan bombas más pequeñas (submuniciones) sobre un área mayor. Muchas de estas bombas no son fiables y no explotan, lo que crea un peligro humanitario para los civiles hasta “mucho después” de que termine el conflicto. Ni Rusia ni Ucrania han firmado la Convención sobre Municiones en Racimo, al que están adheridos 110 países.
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La clave es que estos cohetes incluyen, además del motor, una punta u «ojiva» de carga que contiene las submuniciones, explica el colectivo. La ojiva es la «parte delantera o superior de un misil, torpedo o cohete, donde se aloja el explosivo», según explica la RAE. Una vez distribuidas las submuniciones, el motor del cohete y la ojiva de carga continúan su trayectoria, normalmente incrustándose en el suelo.
Localizadas en Járkov
En la ciudad de Járkov, situada en el noreste de Ucrania a 25 kilómetros de la frontera con Rusia, la investigación ha localizado siete ojivas de carga o motores de cohetes que, por la forma en que impactaron contra el suelo, podrían haber sido lanzadas desde la frontera rusa.
En el caso mostrado en este hilo de Twitter, para establecer el origen del misil ha ayudado la referencia que ofrece el paso de cebra sobre el que impactó. Los investigadores también han tenido en cuenta la longitud de trayectoria de los BM-27 y BM-30 (35 y 70 km respectivamente) para hallar su origen.