Ramón Velásquez Gil
Ciertamente, cada país tiene sus propias leyes y también algunas cuasi-leyes, es decir, aquellas que, sin ser una ley, la gente le atribuye cualidad de ley, porque les interesa que así se crea.
Tal es el caso de una que, según la gente y sobre todo los inmigrantes de Centro América y del sur de América, en los Estados Unidos nadie puede gritar, ni contestar, ni empujar y menos golpear a nadie, so pena de que el otro llame al 911 y te acuse de amenazas y agresividad en su contra. A según, cuando esto sucede, la supuesta víctima llama a la policía y se llevan preso al supuesto victimario, así sin más.
Esto ha dado pie a que mucha gente abuse de esta cuasi-ley, tratando mal a los inmigrantes recién llegados, a los cuales les meten esas falsas ideas en la cabeza, a fin de someterlos, o ser sometidos, por aquellos que tienen mucho tiempo de haber llegado al país, también como inmigrantes pero que ahora, abusan en los trabajos, en el tráfico y en cualquier parte, de esos inmigrantes que recién llegaron, creyendo que estos no se atreverán a meterles su buen “coñazo”.
Bueno, esa situación era absoluta hasta que comenzaron a llegar los inmigrantes Venezolanos. Sin ánimos de creerse mejor que nadie y más bien con la intención de ser pana de todos, los venezolanos, donde llegan, se portan a la altura, tratan de ser buenos trabajadores y gente civilizada, más bien humildes, salvo algunos Desadaptados Sociales que se dan a la tarea, (pareciere mandados por alguien), de hacer quedar mal al otro noventa y nueve por ciento de venezolanos que se esmera en dejar bien parado a nuestro país.
Obviamente, el mal comportamiento de este uno por ciento, lo aprovechan aquellos envidiosos y resentidos de otros “Países Bananeros”, para expresarse mal de nosotros.
Cualquiera que haya interactuado con venezolanos o que sea amigo de venezolanos, sabe que somos de poco discutir pendejadas.
A fin de Ilustrar todo lo anteriormente dicho, les contaré dos casos en que, se puso de manifiesto lo aquí expresado.
Un compañero de trabajo de Carlos mi hijo, en un Warehouse donde laboraban, también venezolano; un sujeto suramericano que tenía diez años laborando en la empresa y que se la daba de jefe, tenía “perriao” al muchacho: le gritaba, lo insultaba, etc, hasta que un día que estaban en la rampa de descarga de camiones,. el tipo, desde arriba le gritó al muchacho:
-!Apúrate Venezolano de m…!.
El muchacho no aguantó más. La patria lo llamo y rápidamente se bajo del montacargas que pilotaba, y comenzó a subir por la rampa hacia donde estaba el tipo gritón.
Cuando este lo vio venir en serio, se asustó, como lo hacen todos los que tratan así a los demás y, lo único que se le ocurrió fue tirarse al suelo y comenzar a gritar como un loco, cinco metros antes de que el muchacho llegase hasta él.
Todos los demás trabajadores presentes, comenzaron a burlarse y a reírse de él. Le dijeron de todo, por su falta de hombría.
Era tanto el “Bulling”, que el jefe le recomendó que buscase otro trabajo.
El muchacho no había actuado antes, no por miedo a la “supuesta” ley, sino por conservar su trabajo. No obstante, aunque un poco tarde, para nuestra idiosincracia, el muchacho lo puso en su lugar y no se cantó el “Penalti”..(futbolísticamente hablando) que el tipo buscó al tirarse al suelo.
Otro caso ocurrió con un amigo mío venezolano, quien tenía un compañero de trabajo de origen latino, con las mismas características del otro, señaladas en la narración anterior:
Este era un tipo que le tenía envidia por las cualidades y buena aptitud para el trabajo que tenía el compañero de trabajo. Siempre buscaba alguna forma maliciosa de malponerlo con los jefes.
Lo último que invento, fue poner a calentar la comida en el horno microondas, antes que el muchacho a ver si este se equivocaba y habría el horno antes de tiempo.
Este, inocentemente, se le ocurrió abrir el horno pensando que estaba desocupado. El horno, lógicamente se detuvo al abrirlo y esto fue el detonante para que el sujeto saliera de su escondite y le reclamase de mala manera al muchacho.
Esto no pasó de allí ese día,. pero al día siguiente, cuando el muchacho venezolano fue a calentar su comida, más temprano para evitar problemas, el tipo lo estaba esperando con una risita burlona, cuchicheando con otro compañero. Hasta allí llegó todo.
El muchacho se le acercó y lo “retó” formalmente a pelear. La reacción del tipo fue la de también “Buscar el Penalti”. Le puso la cara al frente y le dijo: -”pégame”
El instinto primario del muchacho y de cualquier persona, fue el de darle. Pero lo pensó bien y le propinó fue un tremendo “empujón” que lo pegó contra la pared. La reacción del tipo fue algo risible:
Al recibir el empujón, el tipo grito algo así como ”logradoooo” y seguidamente dijo:
– Voy a recursos humanos a denunciarte.
El muchacho, ni tonto que fuere, se le fue detrás y también entró a recursos humanos para contar lo suyo.
Escuchadas las partes, la jefe de recursos humanos les dijo:
– Sea quien sea el culpable, en estos casos se van los dos.
Eso bastó para que el supuesto agredido, no dijera una palabra más.
El tipo actuó confiado en la Cuasi-ley ya enunciada anteriormente y por ello “buscó el penalti” pero la jefe de recursos humanos le hizo saber, sin proponérselo, que la fulana ley no existía. Este, al igual que el otro y quizás muchos otros, se comieron la luz y recibieron una lección.
Saludos