Ramón Velásquez Gil
Ciertamente y en conmemoración del día del abogado, voy a comentar un caso criminal penal en el que asistí como defensor, a tres personas, las cuales estaban imputadas por el delito de Porte Ilícito de Armas de Fuego. Estas personas habían sido policías municipales, a la orden de la Alcaldía de una población del sur del estado Aragua, Venezuela.
El ciudadano alcalde de esa población bajo cuyo administración fungían estos policías, terminó su mandato y se presentó como candidato a reelección, en contra del candidato de la oposición.
Ahora bien, resulta que el alcalde candidato a reelección perdió la misma, la cual ganó el candidato opositor. Cómo es costumbre en estos casos, el alcalde ganador, al tomar posesión del cargo..lo primero que hizo fue comenzar la reorganización de la policía municipal, pidiéndole la renuncia a los funcionarios policiales en servicio.
En estas circunstancias, los funcionarios se negaron a renunciar, alegando que se estaba violentando su derecho al trabajo. En virtud de su negativa a renunciar, el alcalde entrante resolvió destituirlos sin ninguna causa justificada.
Recuerdo que este caso creó nueva jurisprudencia al respecto pues los policías destituidos, introdujeron un Recurso de Amparo ante el Tribunal Superior de Justicia.
En uno de sus viajes al TSJ, en la ciudad de Caracas, cuando regresaban al pueblo donde servían en el cuerpo policial, fueron detenidos en la vía para una inspección rutinaria, por una alcabala o retén de la Guardia Nacional (GN). Entonces, en la revisión corporal que les hicieron, les encontraron que portaban armas de fuego cada uno de los tres que se trasladaban en el carro. Ellos informaron que estas eran sus armas de reglamento, del cuerpo policial al cual, según ellos, todavía pertenecían, hasta que se decidiera el recurso de amparo que habían introducido.
De todo esto, fueron informados los guardias nacionales que ejecutaban el procedimiento. A todo evento, los policías fueron llevados “retenidos”, a la oficina de la GN más cercana, donde se hicieron las respectivas llamadas telefónicas a la alcaldía que ellos alegaban pertenecer.
Una vez obtenidas las repuestas del alcalde, (las cuales son de imaginarse), fueron dejados ya aprehendidos como reos y pasados a la orden del Tribunal Penal respectivo.
Es a partir de este momento, cuando ya quedan a la orden de un tribunal, que son solicitados mis servicios profesionales para su defensa penal. Entonces fui a entrevistarme con ellos a su lugar de reclusión, la cárcel de Yare II.
Allí, en el respectivo “locutorio”, área reservada para que los abogados se reúnan con sus presos, ellos me informaron sobre todos los pormenores del caso, tras lo cual yo pude armar su defensa, dándoles las indicaciones sobre lo que tenían que decir, si es que alguno de ellos solicitaba ser escuchado personalmente por el juez, pues, en estos casos penales no es conveniente que el imputado hable, sino que le pase la palabra a su abogado.
Recuerden que todo lo que el imputado diga en el juicio, podría ser usado en su contra.
Llegado el día de la Audiencia de Presentación del Reo, estos fueron trasladados al edificio de tribunales y llevados a la respectiva sala de audiencias, donde fueron dejados “libres de prisión y apremio”, es decir liberados de las esposas, tal como lo contempla la ley.
Antes de dar inicio al juicio, rápidamente les hice un repaso de lo que habíamos hablado.
Comenzó la audiencia, con todos los protocolos del caso. Una vez leídoles los cargos sobre los cuales se les acusaba, me aprestaba a pararme a exponer los alegatos de defensa, cuando uno de ellos, quien era inspector policial, decidió declarar por su cuenta dado los nervios que tenía, y pidió la palabra al ciudadano Juez. El juez le concedió la palabra y ”me puse Tenso”, pues no esperaba esa solicitud.
Yo estaba sentado en mi escritorio de defensa, al lado de ellos en el banquillo de acusados. El hombre empezó a dar su declaración sobre los hechos, tal como yo lo había preparado, peeero, cada vez que se refería al arma, se olvidaba de decir algo muy importante, lo cual era el calificativo ”De Reglamento”.
Yo me revolvía en mi asiento, cada vez que el hombre se refería al arma y no le agregaba el adjetivo calificativo, ”De Reglamento”. Era importantísimo, pues sin este calificativo no se podría relacionar el arma con su trabajo de policía.
Yo no hallaba que hacer pues no lo podía interrumpir, hasta que él mismo o el juez lo decidieran.
Entonces se me ocurrió algo. Yo tenía una carpeta abierta en el escritorio, donde tenía copia del expediente y también hojas sueltas en blanco y un bolígrafo.
Entonces, escribí en una de las hojas blancas, sin que el juez se diera cuenta y en letras grandes, la frase: ”De Reglamento.” Y seguidamente, empecé a tamborilear quedamente con los dedos sobre el escritorio, de manera que tanto el sonido como el movimiento, llamaran la atención del declarante.
A Dios gracias, este hombre era policía. Cuando volteó por un microsegundo, hacia el sonido y movimiento de mis dedos, inmediatamente se dio cuenta del mensaje y sin pestañear o hacer el más mínimo gesto facial, comenzó a referirse al arma como “Arma de Reglamento.”
Esto cambió todo, pues en algún momento, el juez lo interrumpió y le preguntó:
– Entonces, ¿esas Armas son sus armas de reglamento?
A lo que el declarante respondió:
– Si, señor juez.
– ¿Y pertenecen al cuerpo policial? – volvió a preguntar el juez.
– Si, señor juez.
Seguidamente a su respuesta, el juez se reclinó un poco hacia atrás en su sillón, y dando un martillazo sobre el escritorio, sentenció solemnemente:
– Declaro sobreseído el caso, por no haber materia penal sobre la cual decidir. Así mismo, ordeno la “libertad plena” e inmediata a los acusados en este caso.
Y dicho esto, se levantó de su asiento y se retiró de la sala. Hubo un murmullo de satisfacción, por parte del público que presenciaba el juicio.
Es imposible describir, lo que uno siente cuando se gana el caso, sale caminando con sus ex-presos hacia la calle y es aplaudido por los familiares y amigos de estos que, nerviosamente esperaban fuera del tribunal.
Así es esta profesión.