Ramón Velásquez Gil
Ciertamente en la ciudad de New York hay muchos parques pero existe uno que, sin ser el más grande es el más famoso y visitado pues, es un parque lleno de historias.
Y este parque no es otro que el famosísimo Central Park; ubicado en Manhattan, Distrito Metropolitano de NY. Denominado el Pulmón Verde de la ciudad, se extiende por Cuatro kilómetros desde la Quinta Avenida hasta Central Park West, el cual está lleno de árboles; cuenta con zoológico, Lagos, caminerías y muchas otras cosas interesantes.
En él se han filmado películas y también han ocurrido casos de la vida real que por cuestiones de espacio, no caben contar en este escrito.
Entre las muchas cosas interesantes, el central Park posee un antiguo reloj que no recuerdo que es lo que lo hace interesante y el cual, estaba en la agenda de visitas de Daniela mi hija, en aquel viaje en que nos encontramos en New York.
Era finales del mes de Octubre y hacía un frío inclemente..en el orden de Cero Grados centígrados cero (0:00•), igual a temperatura de congelación con sensación de – Cinco, aproximadamente.
Bueno, esa mañana nos levantamos con la intención, o mejor dicho (Daniela con la intención) de ir a ver el fulano reloj.
Yo, con ese frío, no tenía muchas ganas ni Ever su esposo tampoco; pero a Daniela no la para nadie. Yo me forré con una franela, dos suéter y una gruesa chaqueta anti frío y los demás igual pero al salir del apartamento a la calle, el golpe de frío en la cara fue terrible, como un mazazo pues la cara la llevábamos a descubierto.
No obstante tomamos el metro y llegamos al Central Park y comenzamos a caminar por las callecitas, buscando el dichoso reloj con un mapa del Parque que llevábamos. Yo, mientras caminábamos en aquel paraje invernal, cubierto de una espesa y fría niebla que amenazaba con nieve, me fui quedando atrás, no por que quisiera sino por que las piernas no me daban.
No podía respirar bien y comenzaba a perder el control muscular; me iba hacia los lados, por lo cual caminaba zigzagueando y apenas solo lograba verle la silueta de la espalda a Daniela y Ever, que me habían sacado una distancia como de cien metros.
Yo no quería llamarlos ni decirles nada, para no echar a perder el día, pero al pasar frente a una pileta donde había delfines, allí me senté en un banco a agarrar aire. Casi en seguida llegaron Daniela y Ever asustados, pensando que me pasaba algo pero yo, solo les dije que miraba a los delfines.
Lo cierto es que ese pequeño break, me dio fuerzas y recuperación por lo que pude continuar aunque “a media máquina” hasta que encontramos el reloj.
Ahora viene a mi memoria, el nombre del famoso reloj. Se le llama: Delacorte Clock, funciona desde las ocho de la mañana (8:00 a.m) hasta las Seis de la tarde (6:00 pm) y lo interesante del mismo es, que suena unas campanas cada media hora y unos animalitos de bronce giran en el techo del mismo; por lo que si quieres oír las campanas y ver girar las figuras en bronce, debes esperar media hora bajo el intenso frío.
Y bueno, estos pequeños detalles en dicho antiguo reloj, son los que lo han hecho famoso en todo el mundo, siendo una de las visitas ineludibles cuando la gente va al Central Park.
