Ernesto, el Pana Cubano

Fecha:

Ramón Velásquez Gil

Ciertamente, es la ciudad de Miami el norte de los cubanos que se escapan de Cuba. Es el llegadero.

En su traumático deambular por varios países, a pie, en bus, a lomo de mula, etc, son como las abejas cuando se dirigen a un lugar, nada los detiene. 

Por ello, en la ciudad de Miami uno se los encuentra en cualquier lugar. Y son muy interesantes las historias que cuentan sobre cómo hicieron para llegar a Miami.

Mi hijo Carlos tenía un amigo cubano cuyo nombre es Ernesto, al cual conoció en el trabajo y que amaba a los venezolanos, por lo que muy  pronto, se hizo muy amigo de nosotros.

Nos contaba que para escapar de Cuba, el se anotó en un programa de terapias deportivas ya que el era terapista deportivo (en Cuba, todo el mundo es terapista) y así buscar un chance de que lo enviaran al exterior con algún equipo deportivo.

La oportunidad llegó cuando surgió un intercambio deportivo de cuba con las Islas Canarias, pues allí tenía unos tíos y primos.

Movió cielo y tierra para conseguir un cupo en el grupo de fisioterapistas del equipo y, lo consiguió.

Entonces llamó a un primo de allá de las Islas Canarias y entre los dos idearon un plan. Su primo se apostaría en el sector de recibimiento de pasajeros del aeropuerto, con una pancarta de bienvenidos que tendría un dibujo como contraseña.

Cuando nuestro amigo pasara por el lado de este, ya localizado, le entregaría disimuladamente, un paquetico con su pasaporte y otros documentos personales.

Así lo hicieron cuando el equipo cubano bajó del avión y ya pasados por el checking, estos aprovecharon el pequeño despelote del grupo de gente que siempre se forma en los aeropuertos y al pasar nuestro amigo Ernesto por el lado de la persona con un cartel de bienvenidos que incluía una contraseña ya establecida, este estiró el brazo con el paquete que el otro inmediatamente capturó y se alejó 

Corrió un riesgo de perder los papeles, pues él y su primo nunca se habían visto. Pero la contraseña hizo su trabajo.

Ya en el hotel, cuando el esbirro de turno que siempre van con los equipos para evitar que se fuguen, vino a recoger los pasaportes, (es un modus operandi del gobierno cubano), Ernesto hizo el teatro de que se le habían extraviados.

Bueno, lo amenazaron con prisión y trabajos forzados al regresar pero, ni modo. Esa noche, más o menos a las once, este espero a que sus compañeros de habitación estuvieren dormidos y entonces, cuidadosamente abrió la puerta y salió, con la maletica que había llevado, bajando de puntillas por la escalera.

Al llegar al vestíbulo del hotel, no bajo el último escalón hasta cerciorarse de que, el esbirro que seguramente estaría allí, no lo viera.

Allí estaba el tipo pero para su suerte, en ese momento había llegado un grupo de gente al mostrador de la recepción y eso lo ayudó a salir desapercibido del hotel.

Al salir a la calle, él contaba que era como haber salido de una prisión; inmediatamente se alejó a grandes pasos del hotel,. sin correr para no llamar la atención y buscó a alguien que le prestase un teléfono celular para llamar a su primo. Hizo la llamada más importante de su vida, y en unos minutos, el primo llegó en su carro a buscarlo. !Estaba a salvo!.

Bueno, cómo les comenté anteriormente, los cubanos se dirigen a Miami como las abejas al panal. Una vez que conoció a toda la familia y haber estado algunas semanas bien escondido y con ellos, tomó un avión con rumbo a Miami y allí, al llegar al aeropuerto se entregó a la policía de inmigración y pidió asilo de acuerdo a la ley de ajuste cubano.

La cosa es que este pana era medio “tostao “y “quedao” para algunas cosas y muy inteligente para otras. Tenía una curiosidad increíble por los aviones. El Doral, que es donde vivíamos en Miami en ese entonces, queda cerca de la cabecera de la pista del aeropuerto internacional de Miami.

Por ello, los aviones pasaban por el condominio  donde residíamos, casi rozando el techo de las casas. A él le encantaba ir a buscarnos allí, solo para detenerse a ver y detallar los aviones por debajo cuando iban aterrizando y con el tren de rodaje desplegado.

Un día, casi chocamos por estar él, viendo un avión mientras manejaba. No obstante, lo más chistoso ocurrió una tarde que se fue al aeropuerto a ver aterrizar y despegar los aviones.

Esa tarde, se metió en un espacio de estacionamiento que estaba medio vacío, solo con una cerca de malla de alambres cerca de la pista y desde donde se podían ver con claridad,..el despegue y aterrizaje de los aviones.

Entonces él, ensimismado viendo los aviones, no se dio cuenta de que ese estacionamiento era privado de una empresa de las que opera en el aeropuerto y el cual lo cerraban a las diez de la noche.

Cómo se sabe, es el aeropuerto de Miami el que tiene más tránsito de aviones en el mundo, el cual, nunca se detiene. Por ello, nuestro pana no se dio cuenta cuando cerraron el estacionamiento y él y su carro se quedaron adentro sin poder salir. Bueno, tuvo que dormir dentro del carro y solo pudo salir, a las siete de la mañana del día siguiente.

Es esta historia, solo una de las millones de historias de inmigrantes que, algunas veces son graciosas y otras, no tanto.

Saludos 

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