La linda mujer que vino del norte

Columnistas

Ramon Velasquez Gil.

Ese día, mi hijo Carlos y yo fuimos a comer a un negocio de Miami que se llama «El palacio de los jugos»; todavía vivíamos juntos y no conocía aún a su actual esposa.

Llegamos al lugar y tomamos una mesa en la cual y por casualidad yo quedé viendo hacia la puerta norte de vidrio y Carlos de espalda a la misma.

Pasados unos minutos de estar sentados y a la espera de la comida, de repente veo entrar a una bella mujer de mediana edad, unos cuarenta años más o menos, rubia, ojos azules, norteamericana evidentemente.

Seguidamente, me fijo en que se queda viendo a Carlos quien esta de espaldas a ella y no la esta viendo.

Ella continua viéndolo y camina hacia él, yo inmediatamente pienso que esta confundida con alguien parecido.

Pero no, ella llegó hasta Carlos y lo abrazó por detrás y viéndolo por un lado, le dijo en ingles: ¡Cariño, ¿cómo estás!?

Todavía me rio del brinco que pegó Carlos jajaja.

Seguidamente al breve susto en el cual se le salió un: ¡ay»  y ya un poco recompuesto,  Carlos atinó a decir: Hello, how are you?.

¡Fine! Le respondió la linda mujer y siguió hacia el mostrador de las comidas.

Para ese entonces, Carlos tenía el pelo largo y una vez que la mujer se alejo, coincidimos Carlos y yo en que con seguridad se había confundido con alguien conocido de ella.

Pero aparentemente no era así pues no obstante que estaba haciendo su pedido en el mostrador, seguía pendiente de Carlos y de vez en cuando dirigía la vista a nuestra mesa.

Terminada su compra para llevar y ya con la bolsa de comida en la mano, comenzó de nuevo el suspenso ya que enfiló directamente a la mesa.

Note como Carlos se puso tenso y también yo.

Bueno, llego a la mesa y se despidió de Carlos: ¡Bye pretty boy! dijo siguiendo hasta el parking del negocio.

La perplejidad por todo lo sucedido nos duro un buen rato.

Al final, deducimos que, por cuanto el negocio tenía paredes y puertas de vidrio, esta bella mujer vio a Carlos cuando entro con su carro al parking. Y  bueno, debe haberle causado buena impresión.

Pues bien, al salir ella al parking a por su vehículo, estuvimos pendientes en que carro salía y si, salió conduciendo un bonito carro deportivo, y pudimos observar cuando se despidió con la mano y con una hermosa sonrisa.

Bien, estas son cosas que pasan de vez en cuando y esta historia realmente ocurrió y la rememoro hoy en el día del Padre.

Saludos.

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