Lo que Quino nos dejó

Columnistas

Juan Eduardo Fernández “Juanette” @soyjuanette

Ilustración: Alexander Almarza @almarzaale

La primera vez que tuve en mis manos un dibujo de Quino tenía 9 o 10 años, recuerdo que fue en la biblioteca que tenía mi tía Delia en la Av. Sucre. El título de aquel libro donde descubrí al dibujante argentino era “Gente en su sitio”.

Aquel primer dibujo de Quino mostraba a un político que está por cortar una inaugurar una obra, mientras sus compañeros esperan ansiosos que la haga para que un tubo, amarrado por la cinta que está por cortar caiga sobre él.  

El segundo dibujo que me llamó la atención fue el de un grupo de políticos, dentro de una embarcación y en medio de una tormenta. El grupo de hombres trajeados le dicen a un pequeño hombre en camisa, que dicho sea de paso es el único que está remando, lo siguiente: “No dejes de remar, que estamos todos en el mismo barco”.

Debo confesar que a los segundos de ver esos dibujos descubrí que me habían engañado y hasta me sentí traicionado, pero no por Quino, sino por todos los que me dijeron que, si no aprendía a leer, no podría entender nada de lo que estaba en los libros… ¡Que equivocados estaban! 

Les tengo que contar que, aunque hoy viva de escribir, haya publicado un libro y todas esas cosas que ya saben de mi carrera profesional, hace mucho fui un niño a quien le costó aprender a leer y a escribir. Tal vez fue porque entré muy chico a primer grado y eso me hacía un poco más lento, o simplemente porque era lento y punto. 

El tema es que no aprendí tan rápido como mis compañeros de curso, así que mi madre me llevó a donde “La Nina”, que era la suegra de mi madrina. La Nina nos enseñó a leer prácticamente a todos en mi familia, y tenía un sistema bastante duro, con mucha disciplina pero que hoy agradezco. 

Así que imaginen cómo me sentí cuando agarré ese libro de Quino y comencé a entender todo lo que me gritaban las páginas de aquel libro donde no había muchas letras. Tal vez pensaría “Aprendí a leer al pedo…” pero bueno, hoy en día lo agradezco porque gracias a eso, conocí a García Márquez, Cortázar, Pérez Reverte, entre otros. 

En fin, escribo esta columna porque la semana pasada murió Quino, quien es conocido por ser el padre de Mafalda, Susanita, Felipe, Miguelito, Guille, Manolito, Libertad y del resto de los personajes de esa tira. Pero Joaquín Salvador Lavado también es el creador de maravillosos gráficos humorísticos. 

Y no lo podría asegurar con números, pero es muy posible que la mayoría de los humoristas de mi generación, y también de la anterior, tuvieron un libro de Quino en sus manos. 

¿Qué fue lo que Quino nos dejó? Nada más y nada menos que la posibilidad de ver el mundo a través de los ojos de una niña. También que una pluma a la larga, es más poderosa que cualquier ejercito del mundo. 

Y lo más importante: La única manera de trascender y llegar a la inmortalidad es dejar huella, y Quino vaya que lo hizo. 

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