Mi vecino el influencer

Columnistas

Juan Eduardo Fernández “Juanette”

Cuando vine a la Argentina hace más de 5 años vi una tierra de oportunidades, aquí quise echar raíces y construir la mejor versión de mí haciendo reír a las personas.  Sin embargo, la vida tenía otros planes para mi… aquí les cuento la historia de cómo mi amigo el influencer, me desterró del barrio.

Y es que este ser no solo es influencer, sino también YouTuber, guionista y comediante. Pero no lo conozco desde hace poco, no señor. Esta persona fue MC en uno de mis primeros Open Mic en Caracas. En aquella oportunidad confieso que pensé “¨ ¿Pero este que se cree? ¿Por qué no habla tanto? Y después descubrí que lo que le pasa es que es tímido y además tartamudo.

Pero ¿Por qué estoy escribiendo de él en este momento? Bueno porque como les conté al iniciar esta columna, por su culpa tuve que mudarme. Recuerdo que cuando “el señor N” llegó a Buenos Aires me alegré porque el chamo de verdad es un gran humorista y siempre es un honor compartir escenarios con él, pero nunca pensé que el tipo se mudaría a dos edificios de mi casa. Eso fue lo que desató ¡La debacle!

Antes que esta persona llegara yo era el comediante más famoso de mi cuadra (solo vivía yo en el barrio), de hecho, iba a la panadería Costumbres Argentinas donde me daban crédito y hasta me regalaban cosas (todos los panaderos son venezolanos), la de la lavandería me hacía 2×1 (ojo, estoy hablando de lavar la ropa) y el chino del súper mercado me decía “Puede pagal despue señol Juanette”. Pero con la llegada de mi vecino el influencer al barrio, todo cambió. 

Él era la novedad, todos lo conocían y lo saludaban por la calle, pero eso no me afectaba. El problema fue que la de la lavandería, los de la panadería y hasta el chino comenzaron a cobrarme completo. Incluso dejé de ir a la plaza a leer, porque la gente ya no me pedía autógrafos, sino que se los pedían a mi vecino el influencer (bueno antes tampoco me pedían a mí, pero no es el hecho).

Ojo, sé que él no lo hizo de mal, pero indirectamente me desterró de la cuadra, por lo que decidí mudarme para conquistar un nuevo barrio y volver a mi fama de antes… el problema fue que nuevamente, justo a dos edificios de mi nueva casa vive otro gran comediante, que encima es también buena persona como el otro, por lo que obviamente ya es querido por el resto de los vecinos. Para resguardar su seguridad y evitar que mis fans (Tres viejitas que siempre me van a ver) agredan a mi nuevo vecino, lo identificaremos como “El Emperador”, pues debe su nombre a un líder del imperio romano.

A diferencia de El señor “N”, “El emperador” tuvo la desfachatez de demarcarme los lugares en los que puedo comprar y los que no, para evitar, como dijo él, una alteración en la fuerza… Les explico: Hay un mito urbano que dice que solo podemos haber dos venezolanos por metro cuadrado, pues si nos juntamos tres y uno es maracucho, se puede producir una explosión que desaparecería 100 Km a la redonda. 

Para hacerles el cuento corto, estoy escribiendo esto sentado en el piso y con la computadora sobre una caja de cartón, porque decidí mudarme otra vez, me iré a tierra de fuego, donde seguramente hay venezolanos por montón, pero pocos comediantes. Y si al llegar allá llegase a encontrarme otro colega entonces ya fue, me regreso a Caracas, aprovechando que Venezuela se arregló.

Con “El Emperador” (Cesar Aramis) antes de salir a un show. 

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