Ramón Velásquez Gil
Ciertamente, hay ocaciones en la vida en que no hay opción.
Un compañero de trabajo en los Estados Unidos, a quién llamaré: Pedro, de la ciudad de Cabimas, me contó lo siguiente: Él vivía con su esposa en la ciudad de Cabimas, Venezuela, cuya relación era muy estable y normal, con dos hijas en dicho matrimonio. Su esposa tenía una hermana, quien a su vez era casada, sin hijos.
Después de un tiempo de matrimonio, a su cuñada se le murió el esposo, y quedó sola.
Esta mujer, después de pasados algunos meses, estaba ya en una precaria situación económica pues, debido a una enfermedad, no podía trabajar.
A todas estas, la esposa de Pedro le sugirió a este que, en virtud de que vivían solos, ya que sus hijas habían emigrado a los Estados Unidos, la recibieran para vivir en su casa y así, los ayudaría en las tareas del hogar.
Entonces Pedro, sin oponer mucha resistencia y dada la situación en que se encontraba su cuñada, aceptó recibirla en su casa para que viviera con ellos.
No mucho tiempo después de haber haber llegado, la cuñada de Pedro sufrió un ACV, lo cual la dejó postrada en una silla de ruedas, teniendo que ser atendida ahora, por la esposa de Pedro.
Pues bien, pasado algo de tiempo, la esposa de Pedro también enfermo de una enfermedad terminal por lo que, no mucho tiempo después, está murió.
El caso es que, ahora Pedro, quedó solo, con su cuñada postrada en silla de ruedas, no teniendo más opción que, además de trabajar con su camión, con el cual hacía viajes, cuidar de su cuñada postrada, desde hacerle la comida y lavarle la ropa, hasta ayudarla a hacerse su aseo personal.
Así pasó Pedro cuatro años, hasta que la cuñada murió y pudo entonces viajar a los EEUU a reunirse con sus hijas.
¿Qué hubiere hecho usted?.
Julieta llegó un día a mi oficina y me solicito que la divorciara de su esposo.
Cité a su esposo a mi oficina pero este se negó a ir, por lo que el proceso de divorcio fue un poco peleado y traumático.
Pasado algunos años, un día estoy en un centro comercial haciendo unas compras y, veo venir por el pasillo a una mujer empujando una silla de ruedas.
Bueno, se trataba, nada más y nada menos que de Julieta y la persona en la silla de ruedas, su ex esposo Jose, a quien tiempo después de divorciado, le sobrevino un derrame cerebral que lo dejó inválido y parapléjico.
Alguien me comentó que, después del problema de salud, Jose quedó sin poder trabajar y entonces, Julieta lo recogió, se lo llevó a su casa y cuidó de él hasta que esté murió unos años más tarde.
¿Qué hubiere hecho usted?
Personalmente creo, que la solidaridad humana siempre está presente.
Saludos
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