Ramón Velásquez Gil
Ciertamente, este tema no parecerá interesante para algunos. Sin embargo, todos somos partícipes. Uno nace desnudo, tanto de cuerpo como de cerebro pues en el momento del nacimiento, nuestro cerebro está vacío y no hay nada en el.
La vida por iniciar se plantea muy bonita al mirar hacia el futuro. Pero no pasará mucho tiempo para darte cuenta que la vida es un diario temor. Te darás cuenta de que tienes que cumplir y saltar muchos muros para ser aceptado.
Entonces en las primeras etapas de la vida aparece el Temor. El temor es un enemigo clandestino; se introduce en los seres humanos de cualquier edad, raza u oficio; es sutil y destructor, robando La Paz interior y el entusiasmo de vivir.
La vida es complicada, el mundo es violento pero la aflicción exterior no debe ganarle a La Paz interior.
El ser humano es temeroso de muchas cosas. Algunos temen la enfermedad y el sufrimiento; algunos temen a otras personas y sus opiniones; otros temen a la oscuridad y al quedarse solos, algunos o casi todos tememos a la muerte y a enfrentarnos a lo desconocido, y así, otros muchos etc.
No obstante, todos enfrentamos al temor exterior; contra ese temor, hasta el animal más inofensivo se devuelve y defiende cuando no le queda otra opción. Pero es el temor interior al que tenemos que enfrentar.
Todos los seres de cada especie tenemos exactamente los mismos componentes internos.
Todos podemos ser doctores, ingenieros, artistas o abogados si nos lo proponemos. Es por ello que el ser humano, debe ganarle la batalla al temor interior para tener éxito en la vida.
Así que, no se amilane ante nadie y menos ante usted mismo. Si nos lo proponemos y dejamos que nuestra inteligencia esté por encima de sentimientos obtusos, alcanzaremos cualquier meta. Existe un solo temor interior al que debemos dejar fluir y este no es otro que el Temor a Dios.
Este temor a Dios, sea de la religión que fuere, es el que te ayudará a mantener los valores y buenos principios; sin llegar al fanatismo religioso, claro.
