La hoguera de las vanidades

Espectáculo

Es una novela escrita por el estadounidense Tom Wolfe en 1987, en la cual se presenta un cuadro de sátira sobre las costumbres de la sociedad de Nueva York en la década de 1980, caracterizando el universo de los adinerados ejecutivos de finanzas y sus interacciones con el resto de la sociedad.

Esta fue la primera novela de Tom Wolfe, autor dedicado hasta entonces al periodismo y al ensayo. 

Debido al éxito de público, la novela fue luego adaptada al cine con título homónimo en 1990, dirigida por Brian De Palma y protagonizada por Bruce Willis, Tom Hanks y Melanie Griffith.

El protagonista es un yuppie, un asesor financiero que se ha convertido en la estrella de una firma de brokers, pero que se ve inmerso en rocambolescas dificultades jurídicas, matrimoniales e incluso económicas a partir de la noche en que se pierde por las calles del Bronx cuando llevaba a su amante del aeropuerto Kennedy a su nido de amor.

El ejecutivo, asustado por lo que parece un intento de atraco, atropella a un chico y huye del lugar, lo que acabará por traerle problemas que se irán agravando hasta truncar los planes de una vida que se preveía perfecta.

La historia de Sherman da pie a Tom Wolfe para mostrarnos todos los estratos sociales de Nueva York, una ciudad emblemática, admirada e idolatrada. 

A partir de esta peripecia, Tom Wolfe va hilando una compleja trama que le permite presentar el mundo de las altas finanzas, los restaurantes de moda y las exclusivas parties de Park Avenue, así como el submundo picaresco de la policía y los tribunales del Bronx, y también el mafioso universo de Harlem y las nuevas sectas religiosas. 

Un hilarante e irrepetible fresco, diseccionado con desenvuelta crueldad y acerada ironía por un Tom Wolfe en plenitud de facultades.

De los más altos estamentos a los más bajos, del mundo de las grandes finanzas al de la delincuencia callejera, de Wall Street a Harlem. 

La crítica pluma de Wolfe no deja títere con cabeza y a ojos del lector resulta tan vergonzosa la pedantería y egoísmo de la clase adinerada como la miseria y desprotección en la que viven los menos afortunados. 

Su mayor acierto es la imagen que plasma de la alta sociedad neoyorkina, dominada por la hipocresía y la vanidad.

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