Nueva York pondrá fin al programa piloto de tarjetas de débito para inmigrantes

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El alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, decidió poner fin a un polémico programa que proporcionaba a los inmigrantes alojados en refugios financiados por los contribuyentes tarjetas de débito prepagas para comprar alimentos.

La decisión se tomó apenas dos días después de una llamada telefónica con el presidente electo Donald Trump, según fuentes del Ayuntamiento.

El programa piloto, lanzado en marzo, tenía como objetivo reducir el desperdicio de alimentos y mejorar la eficiencia de los servicios para migrantes, pero enfrentó críticas por su proceso de contratación sin licitación y el costo general.

La iniciativa, financiada a través de un contrato de emergencia de $53 millones con la empresa tecnológica de Nueva Jersey Mobility Capital Finance (MoCaFi), distribuyó $2,4 millones en tarjetas Mastercard precargadas a aproximadamente 2.600 familias migrantes.

Las familias recibieron alrededor de $350 por semana para comprar alimentos y suministros para bebés, y las tarjetas se distribuyeron en refugios ubicados en hoteles reconvertidos. El programa está programado para concluir en enero, y los funcionarios anunciaron que no se renovará.

La administración de Adams citó una disminución en el número de solicitantes de asilo en refugios y un cambio hacia la licitación competitiva para los servicios para migrantes como razones para descontinuar la iniciativa.

La población migrante de la ciudad ha disminuido desde su pico a principios de este año a aproximadamente 60.000, lo que alivia algo de la presión sobre su sistema de refugios.

Polémica en torno al contrato sin licitación El contrato de emergencia con MoCaFi, del que informó por primera vez The New York Post, generó reacciones negativas por eludir el proceso estándar de licitación competitiva.

Los críticos cuestionaron la decisión de la ciudad de seleccionar a MoCaFi sin buscar propuestas de otros proveedores, y el rapero 50 Cent estuvo entre los que se opusieron públicamente al programa.

El interventor de la ciudad, Brad Lander, revocó posteriormente la autoridad de la administración para emitir contratos de emergencia similares para servicios a inmigrantes, lo que indica un mayor escrutinio sobre cómo se asignan los recursos.

A pesar de la controversia, la administración de Adams defendió el acuerdo sin licitación, argumentando que era esencial para evitar demoras en la implementación del programa.

Los funcionarios enfatizaron la necesidad de una acción rápida para abordar las necesidades inmediatas de los solicitantes de asilo, muchos de los cuales habían llegado a la ciudad de Nueva York con poco más que la ropa que llevaban puesta.

Costo e impacto El costo total del programa, incluidos los impuestos y las tarifas, alcanzó los 3,4 millones de dólares. De esa cantidad, 2,4 millones de dólares se destinaron directamente a financiar el gasto local en alimentos, lo que permitió a las familias migrantes comprar su propia comida en lugar de depender del sistema anterior de entrega de comidas envasadas de la ciudad.

Los funcionarios de la ciudad destacaron la ausencia de fraude o mal uso en la distribución de los fondos y describieron el programa como eficaz en su objetivo principal de reducir el desperdicio de alimentos.

El sistema de comidas envasadas, que se utilizaba anteriormente para alimentar a los residentes de los refugios, dio lugar a que se desecharan cantidades significativas de alimentos no consumidos. Al permitir que las familias eligieran sus comidas, la ciudad buscó mejorar la eficiencia y respetar las necesidades dietéticas individuales.

Mirando hacia el futuro Con la expiración del programa en enero, Adams ha señalado un giro más amplio en el enfoque de la ciudad hacia los servicios para migrantes.

Los funcionarios planean priorizar los contratos competitivos para garantizar la transparencia y la rentabilidad, al tiempo que abordan la afluencia continua de solicitantes de asilo.

La ciudad de Nueva York sigue enfrentándose a desafíos en la gestión de su crisis migratoria, con el sistema de refugios bajo presión y los recursos limitados.

Aunque el programa de tarjetas de débito prepagas tenía como objetivo brindar una solución a corto plazo, su abrupto final plantea interrogantes sobre cómo la ciudad abordará las complejidades del apoyo a los migrantes a largo plazo.

La decisión de discontinuar el programa marca otro capítulo en el debate en curso sobre la respuesta de Nueva York a la crisis migratoria.

A medida que la ciudad adapta sus estrategias, debe equilibrar la responsabilidad fiscal con la necesidad de brindar servicios humanos y efectivos a quienes buscan refugio dentro de sus fronteras.

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