Siempre es bueno saber que allí está la Casa de los hispanos en el Condado de Nassau,

New York en breves

MARF

Hace unos días, en búsqueda de ayuda para realizar algunos trámites referentes a mi estadía en este país, me dirigí a la Office of Hispanic Affairs, y luego de haber sido atendida y en medio de un ambiente festivo, sostuve una interesante conversación con su director, el señor Herberth Flores.

Este salvadoreño que ha pasado la mayor parte de su vida en Estados Unidos, se involucró desde muy temprana edad en colaborar y honrar a la comunidad hispana de su entorno y un poco más allá, si es necesario.

Hoy, como cabeza de este departamento del Condado de Nassau, se esfuerza por fortalecer el enlace entre el gobierno y la comunidad hispana, así como velar por el cumplimiento eficaz de todos los servicios que ofrecen.

Todos ellos con la finalidad de promover “la educación, empoderamiento e integración […] para asegurar que la comunidad hispana tenga oportunidades de participación significativa y acceso a los recursos del gobierno del Condado de Nassau”.

Durante la plática, Flores explicó algunos de los servicios que brindan de forma gratuita y en español para facilitar el entendimiento de cada uno de ellos, pero orientando y motivando a las personas a adoptar el inglés como segundo idioma.

Talleres para obtener la ciudadanía, asistencia con solicitudes de servicios sociales, asistencia con formularios, diversos programas de capacitación y ayuda a pequeños negocios por medio de su gran aliado Atlas Collective (del que les hablaré con detalle mañana) y seminarios educativos, son algunas de las opciones.

Luego de mostrar un calendario de eventos en los que destacan especialmente las celebraciones por el mes de la herencia hispana, con la principal finalidad de que la comunidad americana conozca nuestra riqueza cultural, pude confirmar que su compromiso se extiende incluso a estos detalles de los que habla con orgullo.

Pero sin duda, lo que más me conmovió, fue su preocupación por ayudar a los homeless, integrados por un gran número de hispanos por los que Flores siente pena y a quiénes puede ver incluso al asomarse por la ventana de su oficin, y no haber podido aún lograr su cometido debido a ciertas limitaciones, lo que vuelve la situación muy “frustrante” como él mismo lo describe.

Lo que ocurre con ellos es que, generalmente, son indocumentados que se han refugiado en el alcohol o las drogas y han convertido la calle en su hogar, y no existen programas a largo plazo para reinsertarlos en la vida social y laboral específicamente para ellos, ya que, al tratarse de servicios prestados por el gobierno, la ciudadanía es obligatoria para recibirlos.

Herberth Flores no se rinde y con toda la disposición del mundo desea prestar su ayuda a todo el que la necesite y recuerda con cariño las veces en las que su trabajo ha dado los frutos más dulces.

Yo le estaré agradecida siempre no solo por su atención hacia mí, sino por todo lo que hace y espera hacer por la tan hermosa comunidad a la que ambos pertenecemos.