Mientras que el autobús de la Fundación Estadounidense Italiana (AICF por sus siglas en inglés) contra el Cáncer recorre regularmente los rincones más remotos de la ciudad con el objetivo de ofrecer mamografías gratuitas a los neoyorquinos, el viernes estuvo estacionado a pocos pasos de la Estación Grand Central en la Avenida Lexington, a un corto paseo de la mayoría de las líneas de metro que pasan por Midtown.
La visita fue organizada por el asambleísta estatal Alex Bores, quien comprende la importancia de las pruebas de detección regulares. «Mi abuela tuvo cáncer de mama, mi tía también, pero como en ambos casos se detectó a tiempo, ambas sobrevivieron y han vivido muchos años».
Bores ya había trabajado con la AICF y, además de evitar las complicaciones logísticas, comprendió que el precio también es un factor motivador importante.
“La asequibilidad es la principal preocupación de la mayoría de las personas, por eso nos gusta ofrecer servicios gratuitos siempre que sea posible”, explicó, y enumeró otros que su oficina ha organizado, como servicios legales gratuitos a través del Grupo de Asistencia Legal de Nueva York.
Las mamografías pueden costar alrededor de $400 de bolsillo, o casi el doble para las exploraciones 3D de última generación como las que se ofrecen en el autobús de mamografías.
El Autobús de Mamografías de AICF está disponible 5 días a la semana, todo el año, ofreciendo servicios gratuitos de detección del cáncer de mama a comunidades con acceso limitado a servicios médicos en la ciudad de Nueva York.
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“La mayoría de las sobrevivientes de cáncer de mama se encuentran su propio bulto”, explicó, un hecho que relacionó con las personas que se realizan pruebas de detección para recalcar la importancia de examinarse físicamente durante el año entre mamografías.
Al igual que Bores, Núñez tiene antecedentes familiares de la enfermedad, ya que perdió a su madre por cáncer de mama hace dos años, a los 78 años.
Comentó que uno de los mayores malentendidos es que el riesgo desaparece con la edad: «[Cuando] llegan a la mayoría de edad, suelen decir ‘ya no tengo que hacérmelas’, pero no, incluso a los 74 años, las mujeres deberían hacerse mamografías».
Colabora con AICF desde 2020 y valora cómo trabajar con la organización en toda la ciudad contribuye a sus propias iniciativas de divulgación: «Ha sido genial porque voy a algún sitio, conozco a alguien y me pregunta: ‘¿Puedes venir a mi organización?'».
El autobús de mamografías de AICF es un proyecto único en la ciudad de Nueva York, ya que la única otra organización sin fines de lucro que realizaba mamografías móviles, lamentablemente, tuvo que suspenderlo.
A medida que los costos siguen aumentando junto con las tasas de diagnóstico de cáncer, Noralie ve la unidad móvil de AICF como una necesidad más que una conveniencia para los neoyorquinos: «La ciudad de Nueva York depende predominantemente de la Fundación Americana Italiana contra el Cáncer para realizar estas mamografías en el área triestatal, y estoy agradecida por ellos».
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