Debo admitir que mi visita a Canto, por más increíble que fue y por más italiana que me hizo sentir, solo me dejó con ganas de comer el platillo más característico de ese precioso país europeo.
Les hablo, por supuesto, de la pizza; esa suave masa con crujiente borde que contiene salsa de tomate, queso y tantos otros ingredientes como quieras, una creación que ameniza reuniones, contenta estómagos e, incluso, une corazones como les pasó a los dueños de Pizza Loves Emily.
La pizza fue un elemento significativo en muchos de sus encuentros mientras se conocían y luego de formalizar su relación, por lo que se convirtió en su plato especial, tanto, que se volvió una meta abrir su propio restaurante y regalar a sus clientes un poco de ese amor no solo a través de la pizza sino, en general, de “comida artesanal y de alta calidad”.
Mi amor por la pizza y esta romántica historia, me llevaron a hacer una reservación sin dudarlo ni un segundo.
Estuve tentada a pedir una de esas ensaladas y hamburguesas que también figuran en su menú, pero cumplí mi objetivo al optar por una de sus famosas masas hechas a mano, cubierta con mozzarella, pistacho, trufa sottocenere y miel.
Ya sé que son ingredientes un tanto peculiares, pero si estaba en Pizza Loves Emily, para mí fue casi una obligación probar la pizza Emily cuando la vi en el menú que está hecha con esta interesante combinación.
Fue una cena perfecta, el acogedor ambiente fue otro gran elemento que me atrapó y me hizo desear tener un apetito y dinero infinitos para seguir comiendo allí por el resto de mi vida.
IG: @pizzalovesemily