La Ciudad Ideal

Fecha:

Ramón Velásquez Gil.

Ciertamente, el concepto de una ciudad ideal difiere entre una persona y otra aunque muchas veces haya coincidencias. Para algunos, la ciudad ideal vendría a ser una sin tráfico, una ciudad tranquila, sin ruidos y sin aglomeración de personas. Obviamente, esto es cualquier ciudad a las cinco de la mañana.

Y si es usted de los que madrugan para ir al trabajo o a cualquier actividad, se encontrará con una ciudad modelo cómo la antes señalada.

Pero ya todos sabemos que ocurre en cualquier ciudad después de las siete de la mañana. Tráfico, ruido, cornetas, sirenas de policía, gente caminando rápido al trabajo, etc, etc.

Pero también existen, por lo menos en algunos países, ciudades de retiro o ciudades para jubilados, donde todo es paz y tranquilidad, poco tráfico y calles muy bien cuidadas. Sin embargo, no todo el mundo está hecho para esta quietud, paz y tranquilidad.

En mi caso, por ejemplo, y respetando el ideal de los demás, no me siento cómodo viviendo en una ciudad donde no haya tráfico, ni gente por las calles, ni ruidos ni sirenas.

Mi ideal de ciudad, y estoy seguro de que también el de mucha gente, es la ciudad con grandes avenidas, parques, centros comerciales,  mucha gente en las calles y mucho ruido de ciudad.

Cuando contraje nupcias con mi esposa, arrendamos un apartamento ubicado en la avenida principal de mi pueblo, que, para ese entonces, ya se estaba convirtiendo en una incipiente ciudad y nos tocó residir en un piso nueve con frente a la avenida.

Los días, tardes y noches eran una delicia para mis oídos y sin ser yo una persona Nictofilica, los ruidos de la noche me gustaban más que los del día. Vivimos allí dieciséis años, dentro de los cuales nacieron nuestros hijos Carlos y Daniela, quienes crecieron en ese ámbito de ciudad.

Noche y día era un ruido constante aunque los de la noche, eran ruidos diferentes a los del día. La noche traía consigo el sonar de sirenas policiales, bomberos, ambulancias, borrachitos, transeúntes noctámbulos, colisiones de vehículos, etc.

No obstante, al llegar el día, cada quien salía a sus actividades habituales. Daniela y Carlos salían a sus estudios e iban a pie al colegio que quedaba a tres cuadras y por las tardes podían patinar con aquellos patines en línea, entre los carros y las aceras (eran muy buenos patinadores) en virtud de que estaban alienados a esa forma de vida.

Teníamos cerca también, todos los negocios expendedores de lo necesarios para la subsistencia familiar.

Pero las ciudades son dinámicas y pueden cambiar. Se han dado casos de ciudades muy tranquilas que, en virtud de algún evento sobrevenido, como sería el caso de alguna industria grande que se estableció en el área o por el descubrimiento de algún mineral en la zona, hubo entonces el desplazamiento de personas desde otros lugares hacia la ciudad, creció su población y creció el bullicio, algo muy natural en este caso. Y a veces, el proceso es a la inversa cuando por el motivo que fuere, las grandes fuentes de empleo se van de la ciudad.

Ahora bien, sea como fuere, lo más importante, es la calidad de vida que uno tenga, ya sea en una ciudad tranquila o en una ciudad bulliciosa.

Siempre y en todo caso, tú calidad de vida en cualquier ciudad, será igual a la calidad de tus pensamientos e ideas.

Saludos

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