Aquel tipo inefable y taciturno

Columnistas

Ramon Velasquez Gil

El bus hizo su aparición en la curva de la carretera y en seguida Clodomiro se puso en alerta. Aunque con su sempiterna calma alzo lentamente su brazo derecho en señal al bus de que parase para subirse.

El bus se detuvo y Clodomiro se tomó su tiempo para subir los dos escalones que conducían a su interior mientras el chófer lo miraba con ganas de matar, pues aún le faltaban tres horas de camino.

Consiguió una butaca de tres puestos vacía y allí se sentó, complacido porque tendría toda esa butaca solo para el.

El bus arrancó de nuevo, traqueteando por esa carretera llena de huecos y así transcurrió una hora hasta que paró de nuevo para recoger una pasajera.

 Esta era una mujer de mediana edad, con evidentes características de persona locuaz, pues saludó muy afanosamente al chófer, extensible a los demás pasajeros que no eran más de cinco personas.

La cosa fue que, esta mujer vino a acabar con la paz de Clodomiro, pues traía cruzada a la espalda, una enorme mochila aparentemente con una gallina adentro, pues de vez en cuando se escuchaba un cloqueo. Pero lo peor de todo, es que fue a sentarse en la butaca de Clodomiro, colocando la mochila en la butaca de al lado.

La cara de este era un poema cuando sintió hundirse la espuma del asiento a su lado.

Dado que Clodomiro era un tipo afable, no se sabe qué pasó por su mente en ese instante.

– Buenos días señor, ¿cómo está usted? Espero que bien.   Saludó, preguntó y se dio la respuesta la mujer, todo a la vez.

– Ujuu. Fue la respuesta de Clodomiro, sin voltear a verla.

La mujer, sin achicopalarse, volvió a preguntar: ¿Tiene mucho rato aquí montado, señor?

– Ujuu. Respondió Clodomiro con igual actitud.

Inhalando y tomando aire y fuerza. Inocencia, que así se llamaba la mujer, insistió: ¿Va de visita a la ciudad, señor?

– Ujuu.

– Bueno, yo vivo allá. Continuó ¿Tiene dónde quedarse?

-Ujuu ju,. Respondió este.

-No? Insistió ella con la pregunta

– Ujuu.

La cara de Inocencia se iluminó, pues notó que había conseguido una respuesta.

– Si quiere se queda en mi casa esta noche. Vivo sola, le insinuó ella.

Por fin, Clodomiro levantó la vista y respondió: “¿Ajaa y Ujuu Ju?

– Ujuu, respondió Inocencia. Quien ya se había aprendido el idioma.

– Y fue así que Clodomiro consiguió hospedaje de gratis. Y allí nació el dicho: ¡Tuvieron un Juju!

Por eso siempre es mejor no hablar mucho, dicen.

Saludos

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