Carolina Herrera regresa al icónico hotel Plaza llenando la pasarela de flores y vestidos de tul

La casita Trendy

La jornada de este lunes se iniciaba con una vuelta al clasicismo y la nostalgia. 

Carolina Herrera regresaba al hotel Plaza, escenario de sus primeras colecciones hace cuatro décadas, para recuperar la idea del desfile clásico, majestuoso y optimista. 

Wes Gordon, su actual director creativo, volvía a redefinir los clásicos de la casa, pero esta vez de un modo más sosegado. 

La explosión de colores habitual en su trabajo daba paso a estampados florales preciosistas y los volúmenes grandilocuentes se sustituían por piezas más realistas, pero igualmente trabajadas y, por supuesto, festivas: las modelos y musas de la firma, como Karlie Kloss o Precious Lee, desfilaban al ritmo de Funny Girl. Pocas cosas más neoyorquinas que el tándem Carolina Herrera y Barbra Streisand.

El desfile de Carolina Herrera en Nueva York abrió con una blusa de algodón a rayas, combinada con una falda de gala de tafetán con estampado de urdimbre, evocando el glamour natural y espontáneo de la estadounidense Bunny Mellon, con su elegante jardinero. 

Otro de los looks que más aplausos se llevó fue un vestido de columna arquitectónica en rojo amapola y una chaqueta de lana negra, que representan las flores que florecen desde las costuras. 

La icónica camisa de algodón Herrera es ahora imaginada con rosetas florales de gran tamaño, encaramadas sobre el hombro. 

«La clave es aceptar hacer ropa hermosa y alegre, y no disculparse por ello. Nuestros clientes vienen a nosotros en busca de esa sensación», destacaba Gordon en el backstage, acompañado como en cada show por la propia Carolina Herrera y su hija.

De este modo, la firma avista la próxima temporada primavera-verano con optimismo representado en las flores, motivo protagonista de la colección. En versión maxi o mini han adornado las prendas a modo de print, han tomado forma de pendientes o, incluso, en clave 3D han parecido florecer en el escote o la falda.