Enrique y Los Fabelman

Columnistas

Juan Eduardo Fernandez «Juanete»

Descubrí hace poco que, de alguna manera, las personas que ya no están buscan la manera de comunicarse con los que aún estamos en este plano. El martes 26 de enero fui al emblemático Cine Lorca de Buenos Aires a ver la película más reciente de Steven Spielberg “Los Fabelman” y dos días después Facebook me recordó que uno de mis entrañables maestros Enrique de Armas estaba de cumpleaños. 

¿Y qué tiene que ver el cumpleaños de Enrique de Armas con una película? En mi caso mucho, pues Enrique fue quien me presentó a Buñuel, Truffaut, Bergman y Fellini, entre muchos otros; es decir, Enrique fue quien siempre me motivó a disfrutar y pertenecer al hermoso universo que es el cine. Lamentablemente cuando fui a dejar un saludo para mi maestro de guión y crítica de cine por su cumpleaños en su muro de Facebook, lo que encontré fue un artículo de “La Negra” Lourdes Ibarra, donde homenajeaba a Enrique al cumplirse otro año de su fallecimiento… Cuando lo leí no lo podía creer ¿Cómo no me enteré?

Mi maestro Enrique de Armas falleció en el 30 de julio de 2020, en plena pandemia mundial, por lo que puedo inferir que seguramente fue de Covid. Igual no estoy acá para saber cómo murió Enrique, sino para recordar cómo vivió y la influencia que tuvo en mi vida profesional. 

A Enrique lo conocí en los salones del Instituto Aplicado de Arte de Caracas IDA, donde estudié producción audiovisual en el año 2000. En ese entonces Enrique fue primero mi profesor de guión, y poco después de una de mis clases favoritas: Crítica de Cine. 

La dinámica de la clase de Crítica de Cine era maravillosa y consistía en ver una película dentro del instituto un viernes, y la clase siguiente la tomábamos (literal) en la tasca “El Moderno” en La Candelaria. De 7 a 9 de la noche discutíamos desde la fotografía, el argumento y hasta el acierto o no en la escogencia de los actores de determinada película. Pero a partir de las 9, cuando terminaba la clase, pedíamos par de tercios Polar, o una botella de vino marca “Don Ramón, y seguían las conversaciones de cine hasta la medianoche. 

Gracias a Enrique conocí no solo películas sino a personalidades del cine venezolano como Román Chalbaud, Jacobo Penzo, y Diego Rísquez, entre otros. Pero además a varios periodistas y escritores como Salvador Garmendia, Pablo Antillano y a su famoso “Código de Barra”, un grupo que se reunía en tascas como La Alcabala, para hablar de cultura y tratar de arreglar el país. 

Pero con el paso de los años, por la política, las responsabilidades, y mi mudanza a La Guaira donde viví unos dos años, perdimos contacto. Tras mi regreso a Caracas, busqué su teléfono y le mandé un SMS diciéndole:

– ¿Visitamos a Don Ramón?

A lo que Enrique contestó:

-Pero claro Juancito, nos espera en El Moderno. 

Aquel encuentro fue maravilloso, yo para entonces había cambiado las cámaras de cine por las redacciones periodísticas, pero aquella conversación me reconcilió con el séptimo arte. 

Ahora voy a tratar de contestar sin hacer Spoiler ¿Qué tiene que ver Los Fabelman con Enrique de Armas? En la nueva película de Spielberg, el director relata como un tío suyo le dijo que ser artista era como convertirse en domador de leones, y la consagración era meter la cabeza en la boca del león. Y para mi Enrique de Armas fue ese tío, un tipo que me enseñó que la única persona que me impedía hacer cine era yo mismo. 

Hoy levanto la copa, miro al cielo y te digo ¡Salud Maestro!