Los Diógenes

Columnistas

Juan Eduardo Fernandez «Juanete«

Locura, desparpajo, pero sobre todo sinceridad. Esas son algunas de las cualidades que debes tener para ser un Diógenes. Si eres portador de este nombre, o tienes un amigo o familia que lo tenga por favor cuídalo, porque a medida que pase el tiempo los vamos a necesitar mucho más.

Pero como en toda historia siempre hubo alguien que fue el primero, en este caso relataré la historia del primer Diógenes que se conoció en el planeta tierra: Diógenes “el perro”. Quiero aclarar que no se trata de una mascota, sino de un filósofo griego.

Diógenes de Sinope, nació en Sinope en el año 412 A.C. y aunque no dejó ningún legado por escrito, hizo de la pobreza material extrema una virtud. Este filosofo vivía como un mendigo en las calles de Atenas portando siempre una lámpara diciendo que buscada “hombres honestos”.

El filósofo Diógenes predicó siempre la idea cínica de autosifiencia, dejando de lado los lujos de la sociedad, y llevando una vida natural. Para el, la riqueza y los honores eran “falsos bienes que hay que despreciar. El principio de su filosofía consiste en renunciar por todas partes lo convencional y oponer a ello su naturaleza. El sabio debe tender a liberarse de sus deseos y reducir al mínimo sus necesidades”.

Son muchas las anécdotas que se cuentan de Diógenes o “Sócrates delirante” (como lo bautizó Platón), pero la más conocida lo vincula a un encuentro que tuvo con Alejandro Magno. De acuerdo a la leyenda, Alejandro se encontraba en Corinto visitando su imperio, cuando se topó con Diógenes tirado en la calle. Al verlo, le dijo:

  • Pídeme lo que quieras, porque yo puedo dártelo.

A lo que Diógenes contestó: 

  • Apártate de donde estás, que me haces sombra y me quitas el sol.

Tras la respuesta todos pensaron que el filósofo recibiría un castigo, por contestar de tal manera al rey de Macedonia, pero por el contario Alejandro Magno expresó:

  • Si no fuera Alejandro, me gustaría ser Diógenes”. 

Desde entonces el filósofo Diógenes es símbolo de anticultura, anarquía y revolución. 

La pregunta es ¿Existen Diógenes hoy en día? 

La respuesta es sí. Y tal vez no exista uno, sino mucho. Pero por lo pronto les voy a contar de Ignatius Farray, un Diógenes español que, a través de la comedia, sacude a los ciudadanos, y les muestra cómo las organizaciones políticas y sociales, manejan a las masas a su antojo. 

Podría decirse que Ignatius es un fiel prácticamente del concepto de humor acuñado por Aquiles, pero no el semidiós griego, sino Aquiles Nazoa: “El humor es eso que hace que la gente piense, sin darse cuenta que está pensando”.

Afortunadamente este Diógenes si está dejando legado escrito, de hecho, su primer libro “Vive como un mendigo y baila como un rey” es para mí es el primer libro de autoayuda para comediantes.

En este libro que fue producto del encierro por la pandemia, Ignatius Farray nos presenta a Nacho, un chico canario (de las Islas Canarias, no es que sea un pájaro o se lo crea), que era visto como “el distinto”, ese compañero “raro” que todos conocimos alguna vez, y que a través del humor pudo contar a través de Ignatius, lo que no se atrevía a decir Nacho.

A través de sus páginas Ignatius explica como si fuera el Señor Miyagi de Karate Kid, no solo lecciones de comedia, sino de vida. Pero ¿Cuál es la más grande de todas?

Pues que vivas como mendigo y baila como un rey, lo que significa: Lo material es importante, tener un techo, comida y salud. Pero la verdadera riqueza está en ser feliz haciendo lo que a uno le gusta.

Este tipo de reflexiones y otras más causaron furor en una entrevista que el periodista Jordí Évole le hizo a Ignatius en La Sexta. Durante la conversación, el cómico canario tiró esta perlita:

«ha llegado a un punto en el que ya deseamos lo que el sistema quiere que deseemos. Cada vez que pasamos frente a una vidriera y vemos algún producto que deseamos, eso hay que vivirlo como una derrota y una humillación, porque el sistema nos ha visto venir y nos estaba esperando con la escopeta cargada”. 

Tras tamaña afirmación, Ignatius explicó que no se trata de no consumir, sino de comprar productos que “se nos ocurran a nosotros”, eso es para Ignatius, la forma de “trolear al sistema”. 

Si no conocían a Iguanitus se los presento, y si lo conocían recuerden volver siempre a consultarlo. Pues en un mundo tan loco como en el que estamos viviendo, solo un loco como Ignatius puede hacernos entrar en razón. 

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