El mundo en piloto automático

Columnistas

Ramon Velasquez Gil

Ciertamente algunas veces en nuestros quehaceres diarios, quedamos en piloto automático y no nos damos cuenta de ello; es decir, nuestro cuerpo está allí pero nuestra mente está en otra parte. Puede suceder en la casa, en el trabajo, en la calle y hasta en el tráfico.

Por ejemplo, me ha pasado en los semáforos, que me detengo estando la luz en verde.  ¡Qué tremendo peligro! ¿cierto? Pero es que aquí, comerse una luz roja es casi una felonía. Entonces uno anda tan pendiente de no comerse una luz roja que en algún momento te quedas en piloto automático y te detienes con la luz en verde.  Y por supuesto, creo que nadie se salva de haber tenido alguna vez un evento de este tipo; es decir, quedar en piloto automático.

Una amiga mía me contó que, en una ocasión iba ponerse unas gotas de colirio en los ojos, entonces apretó el frasquito y cuando salió el líquido todo se le puso borroso. Claro, no se quitó los lentes que usaba y las gotas cayeron sobre el cristal.

A un primo le ocurrió hace tiempo, que se estaba vistiendo, agarro un par de medias para ponérselas, entonces se descuidó haciendo otra cosa y se perdieron las medias.

Ya molesto y culpando a los carajitos de la casa, abrió la nevera y allí estaban las medias. Bien frías por cierto. A Dios gracias..estaban recién lavadas.

Y bueno, a lo que yo aquí le doy la denominación de estar en piloto automático, científicamente se le denomina: Crisis de Ausencia. Lo cual ocurre debido a una breve actividad eléctrica anormal en el cerebro, que nos lleva al estado de quedarnos «lelos» por unos momentos. Entonces es en esos momentos que, a mi manera de ver, quedamos en piloto automático.

En estos días pasados, le di un “Raid” (aventon) a una amiga, hasta su carro.

Me despedí y no iba yo muy lejos cuando sonó mi teléfono y era ella preguntándome si podía regresarme pues había dejado su paraguas en mi carro y el tiempo estaba nublado. Obviamente me regresé pero al llegar al lugar lo primero que vi fue que tenía su paraguas colgado en el brazo. Y no fue hasta que yo se lo dije, que se dio cuenta de tal crisis de ausencia.

Algunas veces estos eventos causan bochorno en la persona pero la más de las veces, terminan siendo algo muy cómico o risible para si mismo y para los demás.

Una vez en Venezuela, salía yo de un tribunal e iba hasta el estacionamiento donde había dejado mi camioneta. Había tenido un juicio muy reñido y venía con las neuronas en blanco caminando en piloto automático.

Cuando llegue al parking, subí a mi camioneta pero presentí algo raro; hice un recorrido visual y me di cuenta de que había un «pinito desodorante» colgado del espejo retrovisor que yo no tenía en la mía..

Se prendieron mis alertas, vi a los lados y pude ver mi camioneta estacionada dos carros más allá.

¡Carajo!, abrí la puerta y me lancé de cabeza «pa fuera» antes de que llegara el dueño y me encontrará montado en su carro.

Pase el resto del día con arritmia cardiaca pero riéndome.

Cualquier persona puede hacer una retrospectiva y con seguridad recordara que alguna vez le ha pasado algo parecido; es decir quedarse lelo y en piloto automático. Obvio, cuando esto sucede muy a menudo, lo más prudente es buscar ayuda médica.

Por sí las moscas.

Saludos.

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