Hasta baile cuando llegué al Canto…realmente italiano

El rinconcito newyorquino

Esta semana cerré un ciclo importante en mi vida y, como debe ser, celebré por todas las enseñanzas que este me dejó y por el nuevo capítulo de mi vida.

Quería un plan sencillo pero fuera de mi casa para poder estrenar un bonito vestido que compré hace meses y que podría jurar que casi me pedía a gritos que la usara cada vez que abría el closet.

Analicé mis opciones, sus pros y contras, y me decidí por un tranquilo almuerzo en el restaurante italiano Canto.

Debo admitir que, en gran medida, mi decisión se basó en que era el único sitio al que no había ido y sería una gran oportunidad para luego escribir algo para ustedes.

Así que llegué ayer a eso de la 1 p.m. con tres personas muy importantes para mí y no solo disfrutamos de una buena comida, sino de una cálida conversación que voy a recordar el resto de mi vida.

Todos estuvimos de acuerdo en que, si estábamos en un restaurante italiano debíamos comer lo “más italiano” del menú, así que nuestra mesa se llenó con una fresca ensalada caprese, ravioles de berenjena, ñoquis gratinados, lasaña y calamares fritos al estilo romano.

Cada platillo estaba tan delicioso como se veía y olía, en el ambiente solo se percibía felicidad y nos atendieron casi como si fuéramos de la realeza; era como estar en el final feliz de una película.

Eso es lo que ofrece Canto, un espacio maravilloso para crear experiencias gratas e inolvidables que definitivamente voy a recomendar todas las veces que sean necesarias.

Háganse el favor de visitarlo si no lo han hecho porque no tienen idea de lo que se pierden.

IG: @canto_nyc

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